Autora: Ana Muñoz
Los niños necesitan aprender a manejar y expresar correctamente sus emociones cuando están enfadados. Para ayudarles a lograrlo puedes hacer lo siguiente:
Identificar las emociones de enfado
1. Explica a tus hijos que enfadarse es normal, y que todo el mundo se enfada alguna vez, pero que no está bien usar la violencia o agredir a los demás.
2. Utiliza el juego para desarrollar la comprensión de las distintas emociones como el enfado, la ira, la felicidad, la tristeza, la frustración, etc. Pídeles que te demuestren estas emociones con la cara y que te expliquen qué situaciones les hacen sentir así.
3. Ayuda a tu hijo a reconocer cómo reacciona su cuerpo al enfadarse. Por ejemplo, hazle preguntas como:“¿Hablas en voz alta o baja? ¿Te sientes agitado o calmado? ¿Se te ve la cara alegre o triste? ¿Te pones tieso como un palo o blando como un muñeco de trapo? ¿Respiras con mayor o menor rapidez? ¿Te da calor o frío? ¿Sientes las manos secas o sudorosas?” De este modo aprenderá que esas reacciones físicas se deben a una emoción determinada. Dile que estas reacciones son las mismas que sientes tú cuando te enfadas.
4. Ayuda a tu hijo a reflexionar sobre las razones de su enfado. Pregúntale cuáles cree que son las cosas que suelen enfadar a los niños y explícale qué cosas te hacen enfadar a ti.
5. Dile que use palabras para expresar sus emociones, diciendo por ejemplo, “¡Estoy enfadado contigo!”
6. Pídele que dibuje sus emociones de enfado o ira y luego habla con él o ella sobre lo que ha dibujado.
7. Utiliza muñecos de juguete para dramatizar las situaciones de enfado, expresar emociones y buscar soluciones.
Enseñar a los niños a manejar sus emociones de enfado
Cuando se enfadas, los niños pueden sentir emociones intensas que son para ellos difíciles de manejar, de modo que pueden acabar descontrolándose y teniendo una fuerte rabieta que parece no acabar nunca. Cuando eso sucede, significa que tiene problemas para manejar sus emociones y necesita que le enseñes cómo hacerlo. Estos son algunos consejos que pueden servirte de ayuda.
Enséñale a calmarse. Dile: "Quiero que te calmes" y luego sugiérele modos de hacerlo: “Vete a la silla y siéntate.” “Respira cinco veces profundamente.” “Cuenta hasta 25 en voz baja.” “Repite: estoy tranquilo.” “Vete al cuarto de baño y échate agua fría en la cara.” Después ayuda al niño a darse cuenta que ha logrado calmarse.
Cuando se haya calmado pídele que piense en las razones de su enfado. Escucha lo que tiene que decir sin interrumpirle y con calma. Recuerda que la gente suele enfadarse cuando piensa que está pasando algo que es injusto o incorrecto. Ayuda al niño a describir qué le provocó el enfado y por qué: cómo interpretó lo sucedido y si lo interpretó de manera correcta o se está equivocando al considerar lo sucedido como injusto. Si se equivoca, razona con él o ella hasta hacerle ver que su interpretación no es del todo correcta.
Ayúdale a ponerse en el lugar de los demás y a empatizar con los sentimientos de otros. Esto ayudará al niño a entender los puntos de vista, las emociones, y las acciones de otras personas.
Hazle ver que aceptas sus sentimientos y los valoras. Dile: "Entiendo cómo te sientes". Luego proponle buscar soluciones para el conflicto. Para ello, dile que proponga soluciones y ayúdale a encontrarlas si lo necesita. Entre las posibles soluciones se encuentran las siguientes: pedir disculpas; pedir ayuda a un adulto; alejarse de la situación; declarar firmemente la razón de su enfado y después alejarse de la situación; llegar a un acuerdo con el otro niño sobre las reglas de juego o el uso de un juguete; irse a un lugar especial para tranquilizarse; hacer algo distinto que lo entretenga.
Elogia al niño por haber trabajado en su enfado y haberlo resuelto. Dile que lo sigues queriendo igual pero que ha de aprender a comportarse correctamente y que recuerde lo que habéis hablado para la próxima vez que se enfade.