Autora: Ana Muñoz
El estrés, los problemas, la frustración, el mal comportamiento de los hijos, etc., pueden hacer que, en algunos momentos, sientas una ira excesiva que pueda llevarte a maltratar a tus hijos. Estas son algunas técnicas que puedes usar en esos momentos para que no ocurra.
1. Sal de la habitación. Si tu hijo/a es un bebé ponlo en la cuna y sal de la habitación hasta que te hayas calmado. No te preocupes si está llorando; es preferible que esté a salvo en su cuna aunque llore a que esté en tus brazos si corre el riesgo de que le hagas daño.
2. Date un paseo. Si es posible, sal de la casa y da una vuelta, toma un poco el aire, respira y relájate.
3. Habla con un amigo, preferiblemente alguien que también sea padre o madre y que pueda entender que a veces sientes ira hacia tus hijos. Compartir tus sentimientos con alguien puede ayudarte a sentirte mejor y a manejar mejor la situación.
4. Llama a una línea telefónica de ayuda. No olvides que la persona al otro lado de le línea está ahí para ayudarte. Ten el número a mano y llama cuando sientas que puedes perder el control.
5. No pretendas ser la madre o padre perfecto que libra a su hijo de la más mínima molestia o frustración. Si tu hijo llora sin parar y piensas que no puedes permitir que llore, que deberías saber calmarlo, y resulta que no lo logras, puedes acabar desesperándote y hacer justo lo contrario de lo que pretendías. La frustración forma parte de la vida. A veces hay que dejar que los niños lloren hasta que se calmen por sí mismos; basta con asegurarte de que está en un lugar seguro.
6. Escribe lo que sientes, o bien escribe cualquier cosa que se te pase por la cabeza, pues al menos te servirá de distracción.
7. Haz algo productivo, como limpiar u ordenar la casa o alguna actividad que tengas pendiente. Hacer algo productivo, aunque sea durante unos minutos, te dará mayor sensación de control.
8. Piensa estrategias. Si tu hijo/a suele repetir un comportamiento que te hace enfadar, piensa alternativas para manejarlo la próxima vez que suceda, o piensa qué puedes cambiar para evitar que vuelva a suceder. Puede ser necesario cambiar algunas reglas, emplear otras estrategias de disciplina o comunicarte con tu hijo/a de otra manera.
9. Discúlpate. Si has tratado mal a tu hijo/a pídele perdón y perdónate también a ti mismo/a.