Autora: Ana Muñoz
Desde hace tiempo, los psicólogos hemos afirmado que no se debe pegar a los niños bajo ningún concepto, defendiendo otras técnicas más saludables y efectivas para disciplinarlos. La ciencia aporta nuevos datos que apoyan esta afirmación.
Un estudio realizado en 2010 en la Universidad de Tulane, en Estados Unidos, ha encontrado que castigar a los niños con azotes a los 3 años de edad, hace que tengan un comportamiento más agresivo a la edad de 5 años.
Los investigadores preguntaron a 2500 madres en diferentes lugares de Estados Unidos por sus métodos para disciplinar a sus hijos, incluyendo con qué frecuencia les habían pegado durante el último mes. Aproximadamente la mitad de las madres dijo no haberles pegado; el 27,9 % dijo que les habían pegado una o dos veces, y el 26,6 % dijo haberles pegado más de dos veces.
Cuando se volvió a preguntar a estas madres dos años después, los niños a quienes habían pegado, tenían más conductas agresivas, incluyendo romper cosas, gritar y pelearse.
El estudio tuvo en cuenta otros muchos factores que podían influir en las tendencias agresivas de estos niños, como la negligencia, la violencia entre los padres, o el estrés de la madre, entre otros. Aún teniendo en cuenta estos factores, la relación entre pegar azotes a los niños y su agresividad dos años después, se mostró fuerte y sólida
Los niños aprenden lo que ven y se comportan tal y como los demás se comportan con ellos. Si sus padres les pegan, aprenden que pegar es un modo aceptable y normal de conseguir que los demás hagan lo que ellos quieren.