Autora: Ana Muñoz
El mejor modo de reducir el mal comportamiento consiste en proporcionar un abundante refuerzo positivo para el comportamiento adecuado. El castigo en forma de consecuencias desagradables puede detener el comportamiento, pero a menudo tiene efectos indeseables.
Un niño cuya conducta es castigada puede reaccionar de manera emocional, devolver el golpe o evitar a la persona que lo ha castigado. En vez de castigar el comportamiento inadecuado, trata de pillar a tu hijo siendo bueno. Dile que aprecias lo que hace y haz eso de manera frecuente y consistente. Al mismo tiempo, asegúrate de que el mal comportamiento no le merezca la pena, es decir, que no le permita evitar las tareas o le sirva para obtener atención.
Gina Green, psicóloga, New England Center for Children
Si quieres que tu hijo/a sea cariñoso, te respete y sea disciplinado, no uses el castigo. Utiliza estrategias apropiadas. Con los niños pequeños, utiliza la diversión, estructura, límites y retirada de atención. Con niños mayores establece expectativas y explica cuál será la recompensa o consecuencias. Siendo adolescente robé maíz del campo de un granjero. Mi padre me vio con el maíz y me pidió que dijera la verdad, de lo contrario, mi castigo habría sido dos veces mayor. Le dije la verdad. Tuve que disculparme ante el granjero y comerme el maíz crudo. Ahora valoro la verdad y me pregunto cuál habría sido el castigo.
Norine G. Jhonson, psicóloga, antigua presidenta de la Asociación de Psicólogos Americanos.
El castigo supone una conducta agresiva por parte de un adulto, la misma conducta que rechazamos en los niños. Engendra resentimiento y a menudo da lugar a una mayor violencia o abuso grave. Plantearé la cuestión de otra manera: ¿cómo puedes enseñar a tus hijos a hacer lo correcto, a ser seres humanos compasivos que entienden tanto sus propias necesidades como las de los demás? Los trabajadores sociales reconocen que una buena estrategia en la educación de los hijos implica técnicas de disciplina no violentas y apropiadas a la edad de los niños. Creo que los padres deberían ser modelos positivos y enseñar a sus hijos las consecuencias negativas del comportamiento adverso mediante el uso de incentivos, tiempo fuera* y estableciendo límites firmes y racionales.
Terry Mizrahi, trabajadora social, presidenta de la National Association of Social Workers; Profesora de la Hunter College School of Social Work.
La palabra castigo significa someter a una penalización por una infracción y a menudo supone infligir algún tipo de daño. En la educación de los hijos, dicho castigo se ejerce a menudo mediante azotes a los hijos. El beneficio o daño relativo de dicho castigo está abierto a debate y sin duda implica consideraciones acerca de la educación única de cada familia, así como de la comunidad de la que forman parte. No obstante, los continuos y trágicos brotes de violencia por parte de los niños han servido para alertarnos sobre nuestra responsabilidad como padres y como miembros de la comunidad. Como tales, haremos bien como padres si practicamos métodos menos violentos de disciplina que promuevan un desarrollo sano de nuestros hijos.
James Morris, psicólogo. Profesor de la Texas Woman's University; Presidente de la American Association of Marriage and Family Therapy