Autora: Ana Muñoz
Los bebés son capaces de mostrar un comportamiento inteligente, que incluye aprendizaje complejo y por propia iniciativa.
La inteligencia es lo que hace que una persona sea capaz de adquirir, recordar y utilizar el conocimiento, entender conceptos y relaciones entre objetos, ideas y sucesos y aplicar el conocimiento a los problemas de la vida diaria.
El comportamiento inteligente está orientado por metas, es decir, es consciente y deliberado, no accidental. Además es adaptativo, porque se emplea para resolver problemas.
Los investigadores de la inteligencia humana han seguido alguno de los siguientes enfoques:
Enfoque piagetiano
Recibe este nombre debido al psicólogo Jean Piaget, quien estudió el desarrollo cognitivo en niños. Este enfoque se centra en estudiar qué pueden hacer los niños, cómo evolucionan las estructuras mentales y cómo se adaptan los niños a su ambiente. Sostiene que el conocimiento se desarrolla en etapas universales.
Enfoque psicométrico
Trata de medir las diferencias individuales en inteligencia y saber cuánta inteligencia tiene una persona en comparación con los demás. Utiliza test de inteligencia.
Enfoque de procesamiento de información
Este enfoque sigue el camino que toma la información desde que se percibe hasta que se utiliza. Estudia cómo utilizan las personas su inteligencia, cuáles son los procesos subyacentes. Se basa en las diferencias individuales.
Estos tres enfoques unidos, ayudan a entender la inteligencia. A continuación nos centraremos con más detalle en ellos, comenzando por el desarrollo cognitivo según Piaget.
Enfoque piagetiano
Piaget describió varias etapas en el desarrollo cognitivo de los niños. La primera etapa, en la que nos centraremos ahora, recibe el nombre de etapa sensorio-motriz y abarca desde el nacimiento hasta los 2 años aproximadamente.
Etapa sensorio-motriz
Durante esta etapa, los niños aprenden acerca de sí mismos y del mundo mediante el desarrollo de su propia actividad sensorial y motriz.
En esta etapa desarrollan varios conceptos importantes. Uno de ellos es la permanencia del objeto, que consiste en que se dan cuenta de que una persona u objeto sigue existiendo aunque desaparezca de su vista. En base a esto, son capaces de darse cuenta de que ellos mismos existen de manera independiente y aparte de otros objetos y personas. Este conocimiento les permite sentirse seguros aunque su madre haya dejado la habitación, pues saben que sigue existiendo y regresará.
Otro concepto es el de causalidad, que es la capacidad para darse cuenta de que ciertos hechos causan otros. Sobre los 10 meses de edad se desarrolla una conciencia rudimentaria de causalidad, cuando los niños comienzan a hacer experimentos, como apagar y encender el interruptor de la luz una y otra vez, para ver cómo accionar el botón hace que la bombilla se encienda. Los juguetes favoritos de los niños de esta edad son aquellos con los que pueden hacer algo: producir un sonido, lanzarlo, cambiar algo en el objeto, etc.
Sin embargo, en esta etapa la capacidad para representarse objetos y acciones en la memoria es muy limitada. Es decir, apenas tienen capacidad para recordar e imaginar cosas mediante símbolos, como palabras, números e imágenes mentales. Esta habilidad la alcanzarán en la siguiente etapa: la etapa preoperacional.
Subetapas de la etapa sensorio-motriz
1. Subetapa 1. Uso de los reflejos
Abarca desde el nacimiento hasta un mes de edad. Los niños ejercen sus reflejos innatos y logran cierto dominio sobre ellos. No coordinan la información que captan con diversos sentidos. No agarran un objeto que están mirando, no han desarrollado el concepto de la permanencia del objeto.
2. Subetapa 2. Reacciones circulares primarias
Abarca desde el primer al cuarto mes. Una reacción circular primaria es un acto repetido y centrado en el cuerpo del bebé, que realiza para producir una sensación placentera, como chuparse el pulgar. Así, el bebé comienza a succionar cuando por azar mete el dedo en su boca. Como esto le resulta placentero, trata de repetir esa acción una y otra vez. Aprende a ajustar sus acciones para succionar el pulgar de un modo diferente a como succiona el pezón. El resultado es un esquema de succión reorganizado. En esta etapa también comienza a coordinar tipos de información sensorial diferente, como la vista y el oído. Por ejemplo, al oír la voz de la madre, vuelve la cabeza y comprueba que el sonido procede de la boca de la madre. El mundo del bebé comienza a tener sentido. Aún no han desarrollado el concepto de la permanencia del objeto, de modo que lo que desaparece de su vista, deja de existir.
Subetapa 3. Reacciones circulares secundarias
Abarca de los 4 a los 8 meses. Las reacciones circulares secundarias son acciones intencionadas que repiten, pero no por simple gusto sino por alcanzar resultados más allá de su propio cuerpo. Por ejemplo, puede sacudir un sonajero para escuchar el sonido. Estas cosas ocurren primero por azar, y después aprende que puede hacer que sucedan. Por ejemplo, si realiza por azar un determinado gesto o sonido y sus padres le sonríen y hacen carantoñas, aprende a repetir este gesto o sonido.
En esta etapa empiezan a alcanzar el concepto de permanencia del objeto. Por ejemplo, si tira un objeto, lo busca, pero si no lo ve, aunque sea parcialmente, deja de buscarlo y actúa como si no existiera.
Subetapa 4. Coordinación de esquemas secundarios
Abarca desde los 8 a los 12 meses. Los bebés empiezan a utilizar lo aprendido en determinados contextos para aplicarlos a contextos diferentes. Es decir, hacen generalizaciones a partir de lo aprendido para resolver nuevos problemas.
Por ejemplo, puede utilizar, modificar y coordinar aprendizajes previos como agarrar, empujar o golpear, para tratar de sacar un objeto escondido en la mano de otra persona. El concepto de permanencia del objeto se desarrolla con rapidez. Sin embargo, si ve que mueven un objeto de un sitio a otro para ocultarlo, lo buscará en el primer sitio.
Subetapa 5. Reacciones circulares terciarias
Abarca desde los 12 a los 18 meses. En esta etapa experimentan comportamientos novedosos, no solo repetitivos, como en las etapas previas. Es decir, modifican sus acciones para ver qué sucederá en vez de limitarse a repetir el mismo comportamiento. Por ejemplo, si al caminar pisa un juguete que emite un pitido, volverá a pisarlo, pero luego puede que se siente sobre él. De este modo experimenta y aprende con los objetos. En esta etapa los niños resuelven problemas con el método de ensayo y error (es decir, probando al azar diferentes comportamientos hasta descubrir el que funcione). El concepto de permanencia del objeto está más desarrollado. Pueden mirar en el último lugar donde vieron esconder un objeto, pero todavía no buscan un objeto en un lugar si no han visto esconderlo en él. Por ejemplo, si colocas un objeto escondido en tu puño, pones el puño a tu espalda y dejas el objeto en tu bolsillo trasero sin que el niño lo vea, cuando vuelvas a mostrarle el puño buscará el objeto sólo en tu mano, no mirará en tu bolsillo.
Subetapa 6. comienzo del pensamiento simbólico
Abarca de los 18 a los 24 meses. Alrededor de los 18 meses los niños pueden hacer representaciones mentales (símbolos) de los sucesos. Esto les permite buscar soluciones en su mente. Ya no tienen que seguir siempre el método de ensayo y error, sino que pueden pensar antes de actuar, determinando la mejor solución.
En esta etapa pueden también imitar acciones aunque el objeto o persona que imitan no esté ya frente a ellos. También pueden simular, como cuando fingen que vuelan o conducen un coche. La memoria y la imaginación mejora mucho durante la niñez temprana. El concepto de permanencia del objeto está totalmente desarrollado y son capaces de buscar objetos que no hayan visto esconder.
Algunas críticas a la teoría de Piaget
Aunque muchas de las afirmaciones de Piaget han sido comprobadas en posteriores investigaciones, parece que los infantes son capaces de pensar antes de lo que Piaget dijo.
Los niños parecen ser capaces de pensar en objetos que no estén físicamente presentes mucho antes de los 18 meses de edad.
Los sentidos no están desconectados al nacer, sino que los recién nacidos miran hacia el lugar donde escuchan un sonido, mostrando una conexión entre oído y vista.
La capacidad para imitar una acción que vio antes, también se da antes de los 18 meses, pues se ha visto su presencia en niños de 14 y hasta de 9 meses.
Bebés de 5 meses de edad han podido sumar y restar pequeñas cantidades de objetos, lo cual sugiere que esta capacidad para captar los rudimentos de las matemáticas puede ser innata y que cuando los padres enseñan a los niños los números, sólo les están enseñando los nombres (uno, dos, tres) para conceptos que los bebés ya conocen.
Enfoque del procesamiento de la información
El enfoque del procesamiento de la información se centra en estudiar qué pasa en la mente de una persona desde el momento en que recibe algún tipo de información a través de sus sentidos (por ejemplo, ver una imagen) hasta el momento en que utiliza esa información.
¿Cómo procesan la información los niños en la etapa de la infancia y primeros pasos?
Para responder a esto, los investigadores han estudiado el proceso de habituación. La habituación es un tipo de aprendizaje mediante el cual una persona deja de responder ante un estímulo que aparece de forma repetida. Un bebé que está succionando su chupete, deja de succionar cuando se presenta por primera vez un estímulo (por ejemplo, una imagen o un sonido). Si le mostramos al niño el mismo sonido o imagen una y otra vez, pierde su carácter de novedad y ya no hace que el bebé deje de succionar (es decir, se ha habituado al estímulo).
El hecho de que los bebés presten más atención a los estímulos nuevos que a los viejos, indica que son capaces de diferenciar unos de otros, y para poder hacer esto deben tener la capacidad de formarse imágenes mentales o representaciones de los estímulos. Cuanto más rápido se formen imágenes mentales y las utilicen, más eficaz será su procesamiento de la información.
La capacidad para la habituación aumenta durante las primeras 10 semanas de vida, reflejando el nivel de maduración del bebé. Un nivel de habituación bajo durante la etapa neonatal indica un desarrollo lento y es probable que un niño que no muestre ningún signo de habituación tenga problemas de aprendizaje en el futuro.
El desarrollo mental en los infantes
El desarrollo mental es el proceso de transformar lo novedoso en algo familiar, lo desconocido en conocido. Para estudiar lo eficaces que son los infantes para procesar información, los investigadores miden sus variaciones de atención; es decir, lo rápido que se recuperan (por ejemplo, lo rápido que vuelven a succionar después de haber parado) cuando se les expone a un nuevo estímulo y cuánto tiempo pasan mirando al nuevo estímulo y al viejo.
Los infantes que son eficaces para captar e interpretar lo que ven, o para recordar lo que ven o escuchan, tendrán buenas puntuaciones en los test de inteligencia en la niñez.
La memoria de reconocimiento visual, es decir, la capacidad para reconocer y recordar algo que han visto antes, parece ser un buen indicador de la capacidad de lenguaje posterior.
La preferencia por la novedad visual también guarda relación con el cociente intelectual. Los bebés que prefieren ver imágenes nuevas antes que ver imágenes antiguas obtienen puntuaciones más altas en pruebas de inteligencia a los 2 y 3 años de edad. La preferencia por la novedad visual parece ser un buen indicador de la inteligencia general.
La transferencia modal cruzada es la capacidad para identificar objetos que han sentido primero con sus manos. Implica un elevado nivel de abstracción y un procesamiento de información táctil y visual. La combinación de dos puntuaciones: la memoria de reconocimiento visual a los siete meses, y la transferencia modal cruzada a la edad de un año, guardan relación con las puntuaciones de cociente intelectual a las edades de tres, cuatro y cinco años.
La influencia de los padres en el desarrollo del procesamiento de la información de sus bebés
La manera como los padres y otros cuidadores de los infantes se comportan con ellos, influye en el procesamiento de la información y el desarrollo cognitivo de los niños.
Los investigadores han evaluado cómo responden las madres ante el comportamiento de sus bebés. Por ejemplo, si su hijo llora, sonríe, o mira a la madre, ¿qué hace ella? Casi todas las madres responden con rapidez cuando sus bebés están molestos o lloran, pero la respuesta de la madre ante comportamientos de los bebés que no implicaban aflicción, varió ampliamente de una madre a otra, independientemente de su nivel educativo o socioeconómico.
Aunque las respuestas de las madres ante sus bebés de dos meses de edad no guardaron relación con el desarrollo intelectual posterior de los niños, sí ocurrió cuando los bebés tenían cuatro o cinco meses de edad. A estas edades, los hijos de madres con mayor nivel de respuesta ante todo tipo de comportamientos de sus hijos (no sólo ante el llanto) tenían capacidades de representación más avanzadas y a los 4 años lograban puntuaciones más altas en test de inteligencia. La capacidad de respuesta de las madres con hijos de 1 año no guardó relación con el desarrollo intelectual posterior de los niños. Todo esto parece indicar que existe un periodo crítico (cuando los bebés tienen unos cuatro meses de edad) en el que la actitud de la persona que lo cuida tiene un impacto sobre su desarrollo intelectual.
Una adecuada capacidad de respuesta de los adultos que cuidan de los niños, ya sea la madre, el padre u otras personas, les hace sentir que tienen control sobre sus vidas y aumenta su nivel de autoestima. Esto les da seguridad para explorar el mundo y aprender. Además, los ayuda a controlarse para prestar atención. Todo esto hace que su inteligencia aumente.
Estudios realizados con bebés prematuros muestran que las madres que fueron más sensibles, tuvieron mayor capacidad de respuesta hacia los bebés y una actitud más positiva, obtuvieron mayores puntuaciones en test de inteligencia en la adolescencia y se consideraron a sí mismos más competentes que los hijos de madres con menor capacidad de respuesta.