Autora: Ana Muñoz
Discurso prelingüístico
Antes de que los bebés digan sus primeras palabras, emiten sonidos que van desde el llanto o los arrullos hasta el balbuceo, la imitación accidental y después la imitación deliberada. Estos sonidos reciben el nombre de discurso prelingüístico.
El llanto
El recién nacido sólo puede comunicarse a través del llanto. Los padres de un bebé suelen aprender a distinguir varios tipos de llantos en su hijo, pues diferentes patrones e intensidades indican hambre, sueño, frustración, etc.
Arrullos
Entre la sexta semana y los tres meses de edad los bebés comienzan a reír y emitir arrullos cuando están felices. El arrullo incluye chillidos, gorjeos y sonidos vocálicos como "Aahh". Alrededor de los tres meses, los infantes comienzan a jugar con el lenguaje, imitando sonidos que escuchan de las personas a su alrededor.
Balbuceo
El balbuceo consiste en la repetición de series de consonantes-vocales como ma-ma-ma-ma. Aparece repentinamente entre los seis y los diez meses de edad y suele confundirse por error con la primera palabra. Sin embargo, el balbuceo inicial no es un lenguaje porque no tiene significado para el bebé.
Imitación
Los niños imitan accidentalmente sonidos que escuchan. Luego se imitan a sí mismos al emitir esos sonidos. Sobre los nueve o diez meses imitan deliberadamente sonidos sin entenderlos. Una vez que tienen un repertorio de sonidos, los unen de modo que parecen lenguaje, pero que no tiene significado.
El lenguaje prelinguístico suele ser rico en expresiones emocionales, que comienzan sobre el segundo mes. Los padres captan los sentimientos de sus hijos mediante los sonidos que producen.
Reconocimiento de los sonidos del lenguaje
Antes de los seis meses de edad, los niños han aprendido los sonidos básicos de su idioma. Alrededor de los nueve o diez meses, los niños pierden la capacidad que tenían antes para diferenciar sonidos que no son parte del idioma que escuchan.
Por ejemplo, los infantes japoneses pueden decir "ra" a partir de "la", pero los adultos japoneses tienen problemas para hacer esa distinción.
Los bebés comprenden muchas palabras antes de ser capaces de decirlas. Las primeras palabras que entienden cerca de los nueve o diez meses, son la palabra "no" y su propio nombre, pues son las palabras que oyen con más frecuencia.
Gestos
Antes de decir sus primeras palabras, los bebés pueden usar gestos para comunicarse. A los nueve meses, un niño señala hacia un objeto para decir que lo quiere; entre los nueve y los dice meses aprende gestos sociales convencionales, como mover la mano para decir adiós o negar con la cabeza.
Cerca de los trece meses usa gestos de representación más elaborados y con un significado más complejo. Por ejemplo, levanta sus brazos para indicar que quiere que lo alcen.
Los gestos simbólicos surgen justo antes o casi al mismo tiempo que los niños dicen sus primeras palabras y representan objetos, deseos o hechos específicos.
Sobre los 14 meses usan gestos simbólicos para pedir algo (por ejemplo, mueve sus labios como si comiera para pedir comida); sobre los 15 meses los usan para describir algo (por ejemplo, soplar para decir que algo está caliente) y unas dos semanas después, para "nombrar" objetos (por ejemplo, puede extender los brazos para decir "avión"). Los gestos simbólicos indican que incluso antes de poder hablar, entienden que los objetos y los conceptos tienen nombre.
Las primeras palabras
Por término medio, los bebés dicen sus primeras palabras entre los 10 y los 14 meses de edad.
Al principio, sólo dicen palabras como mama o papa o dicen una sílaba que tiene más de un significado. Por ejemplo, un niño dice "pa" para decir que quiere algo, que quiere salir o para preguntar dónde está un objeto.
Un infante promedio de unos 15 meses utiliza unas diez palabras diferentes. Poco a poco su vocabulario se va extendiendo, hasta que aparece una "explosión de nombres" ente los 16 y los 24 meses y en unas pocas semanas pasa de emplear 50 palabras a emplear cerca de 400.
A menudo, el desarrollo del lenguaje se produce de forma súbita en algún momento del segundo año, produciéndose un incremente repentino en el número de palabras en unos dos meses, aunque algunos niños no lo presentan nunca.
Aunque el discurso prelingüístico se halla unido a la edad cronológica, no sucede lo mismo con el discurso lingüístico, de modo que la edad de un niño no nos dice mucho acerca de su desarrollo en el lenguaje, pues la edad de aparición y es muy variable.
No parece existir una relación entre los diferentes aspectos del lenguaje. Por ejemplo, que un niño aprenda a hablar antes que la mayoría, no significa que vaya a aprender a escribir antes que la mayoría.
Las primeras frases que pronuncian los niños suelen ser telegráficas. Es decir, sólo incluyen las palabras esenciales para expresar lo que quiere decir, como "juguete cae".
Factores que influyen en el desarrollo del lenguaje: genes, temperamento y ambiente
En el desarrollo del lenguaje existe una influencia genética, que puede apreciarse en la correlación que existe entre la inteligencia de los padres y la velocidad a la que sus hijos desarrollan sus habilidades de comunicación durante el primer año de vida.
El temperamento (que también puede ser innato) ejerce, a su vez, una influencia en el desarrollo del lenguaje de los infantes. Los niños que se interesan en otras personas, que son colaboradores y son felices a la edad de dos años, avanzan con mayor rapidez que los demás en su forma de expresarse y en su manera de responder a lo que otros les dicen. Los niños que se muestran extrovertidos atraen a más personas que desean hablar con ellos y que, de este modo, les brindan más oportunidades de comunicarse.
El comportamiento de las personas que rodean al niño también ejerce una influencia. Los padres y los adultos en general, suelen hablar a los niños con un lenguaje peculiar, dirigido especialmente a los bebés. Utilizan un tono más alto, usan oraciones cortas, hacen preguntas y repiten las palabras con frecuencia.
Este tipo de lenguaje dirigido al niño ayuda a los adultos y a los niños a establecer una relación, enseña a los niños a sostener una conversación, les enseña a utilizar nuevas palabras, construir frases y plantear ideas. Dado que los temas que se tratan son simples, los niños pueden emplear su conocimiento de temas familiares para ayudarse a establecer el significado de las palabras que escuchan.
En estudios realizados con gemelos se ha visto que los gemelos suelen hablar más tarde que los niños que nacen solos. Debido al exceso de trabajo que supone tener gemelos, las madres de estos niños les hablan con menos frecuencia, les prestan menos atención y sostienen conversaciones más cortas. Cuando les hablan a sus hijos, se centran más en indicarles lo que tienen que hacer, en vez de hacerles preguntas o comentarios. Este modo de hablar estimula menos la fluidez de los niños que el hecho de hacerles preguntas.
Otros estudios han encontrado que el objetivo que tenga el adulto que habla con el niño también es importante. Por ejemplo, si el adulto anima al niño a hablar en formas que van más allá del nivel de competencia del niño en ese momento, lo está motivando al nivel siguiente de destreza lingüística. Algunos investigadores sostienen que los niños hablan más pronto y mejor si escuchan un discurso más complejo en los adultos. De hecho, los niños descubren las reglas del lenguaje con más rapidez si escuchan frases complejas que usan dichas reglas con más frecuencia.
Cómo hablar a los bebés y niños en la etapa de los primeros pasos
Hablar, leer o cantar a los bebés no sólo les ayuda a aprender un lenguaje, sino también a sentirse valiosos y especiales y a aprender cómo interactuar con otras personas. Las siguientes son algunas sugerencias para hablar con los bebés en distintas etapas de su desarrollo:
Etapa del balbuceo. Cuando el bebé balbucea, lo que hace es repetir sílabas. Convierte esto en un juego para que el bebé repita los sonidos. Este juego enseña al bebé que la conversación está formada por turnos de habla. Esta idea parecen percibirla entre los 7,5 y los 8 meses de edad.
Etapa de las primeras palabras. Cuando empiezan a pronunciar las primeras palabras, (cuando tienen alrededor de un año) repite las palabras que digan para que aprendan a pronunciarlas del modo correcto. Es decir, si el niño dice "papo" para decir "zapato", tú pronuncia "zapato" correctamente. Si no puedes entender los que el bebé dice, sonríe y di cualquier cosa. Los bebés pueden aprender muchas más palabras de las que pueden pronunciar.
Uso de múltiples palabras. Cuando los niños empiezan a formar frases puedes ampliar lo que dice para expresarlo de forma correcta. Por ejemplo, si tu hija dice: "zapato mesa", puedes responderle, "sí, el zapato está encima de la mesa".
Importancia de la lectura. Dedica un tiempo para leer a tu hijo, utilizando la lectura para hacerle preguntas abiertas (no le hagas preguntas cuya respuesta sea de sí o no). Luego amplía sus respuestas, corrige las que estén mal y dale alternativas posibles. De este modo le ayudas a ampliar su vocabulario y desarrollar su expresión lingüística.
Sobre todo, ten presente que hablar o leer a tus hijos ha de ser algo divertido, nunca debe ser como un examen o una lección, sino un juego entre vosotros. Deja que el niño pueda decidir si un día no desea jugar porque no tiene ganas de hablar.