Autora: Ana Muñoz
La ansiedad de separación forma parte del desarrollo normal de los niños entre los 7 meses y los 6 años de edad. No obstante, si es excesivo, puede convertirse en un trastorno.
Consiste en una ansiedad y miedo excesivo al separarse de su casa o de sus padres. Los niños intentan evitar las situaciones que implican separación y sienten un gran malestar cuando se produce o ante la idea de que se produzca. Este miedo puede perjudicar su funcionamiento en diversas áreas de sus vidas.
Los niños con este trastorno temen que les suceda algo malo a sus padres, como un accidente, un asalto o alguna otra catástrofe, o temen que ellos mismos se pierdan o sean secuestrados y no puedan ver a sus padres nunca más. También tienen diversos miedos, siendo el más común el miedo a perderse (otros son el miedo a la oscuridad, los monstruos o los animales). Pueden tener pesadillas recurrentes donde aparecen temas relacionados con la separación.
La evitación de la situación temida (la separación) puede ser leve, moderada o grave:
Evitación leve. Por ejemplo, pueden querer que los padres estén disponibles por teléfono en cualquier momento mientras están en el colegio, o que sea fácil acceder a ellos cuando están en algún evento social, fiesta, etc. Pueden sentir cierta inquietud al dejar la casa para ir a clase.
Evitación moderada. Se niegan a participar en eventos sociales que impliquen una separación de varias horas de sus padres, como pasar la noche en casa de amigos. Los niños más pequeños pueden seguir a sus padres continuamente por toda la casa, mientras que los más mayores se niegan a abandonar la casa para salir con sus amigos sin sus padres.
Evitación severa. Esos niños pueden negarse a ir al colegio o a dormir en su habitación y tienden a seguir a sus padres todo el tiempo, sin separarse de ellos.
El trastorno puede comenzar con síntomas leves e ir agravándose poco a poco. Por ejemplo, pueden empezar teniendo pesadillas que hacen que los padres les permitan dormir con ellos de vez en cuando. Al cabo de un tiempo, el niño/a puede estar durmiendo con sus padres todos los días. Por las mañanas puede comenzar quejándose de dolor de estómago u otros problemas físicos, que le permiten saltarse el colegio de vez en cuando y quedarse en casa. Después comienza a negarse a ir al colegio o no quiere que sus padres vayan a trabajar. Los síntomas físicos pueden también ir agravándose, de manera que empiezan quejándose, por ejemplo, de un dolor de estómago o cabeza y con el tiempo acaban teniendo vómitos por las mañanas. También pueden llegar a tener ataques de pánico cuando deben separarse de sus padres.
Estos síntomas ocurren entre semana, pero desaparecen los fines de semana o en vacaciones.
Los niños con trastorno de ansiedad de separación pueden evitar hacer actividades que desearían hacer, como deportes o salir con amigos debido a la ansiedad, lo cual limita muchos sus vidas. Sus amigos pueden cansarse de ellos debido a sus continuas negativas a participar en actividades fuera de casa, de modo que se quedan solos, y su rendimiento académico puede verse perjudicado por la ansiedad y por faltar a clase. No es extraño, por tanto, que un tercio de estos niños tenga también un trastorno depresivo. También un tercio de ellos puede tener un trastorno de ansiedad generalizada simultáneamente.
Bibliografía: Child Psychopathology. Eric J. Mash, Russell A. Barkley. The gilford Press.