Autora: Ana Muñoz
La fibromialgia (FM) es un trastorno crónico caracterizado por dolor musculoesquelético generalizado, fatiga y trastornos del sueño, entre otros síntomas. Se considera una afección del sistema nervioso central, en la que los pacientes experimentan una amplificación del dolor debido a una alteración en la forma en que el cerebro y la médula espinal procesan las señales del dolor.
Si bien la causa exacta de la fibromialgia aún no se conoce por completo, se cree que existen factores genéticos, neurológicos y ambientales que contribuyen a su aparición. En muchos casos, la enfermedad se desencadena por un evento estresante físico o emocional, una infección viral o una lesión.
Diagnóstico
En el pasado, el diagnóstico de la fibromialgia se basaba en la exploración de 18 puntos sensibles ("puntos gatillo"), donde el dolor a la presión era un criterio clave. Sin embargo, desde 2010, el Colegio Americano de Reumatología ha actualizado los criterios diagnósticos, y actualmente se utilizan cuestionarios que evalúan la severidad del dolor y otros síntomas como la fatiga, la alteración del sueño y las dificultades cognitivas (conocidas como "niebla mental"). Esto ha permitido un diagnóstico más preciso y menos subjetivo.
El diagnóstico es clínico y no existen pruebas de laboratorio específicas que confirmen la enfermedad, aunque algunas pruebas pueden ser necesarias para descartar otras afecciones con síntomas similares, como la artritis reumatoide, el lupus o el hipotiroidismo.
Síntomas asociados
Además del dolor generalizado y la fatiga extrema, los pacientes con fibromialgia pueden presentar también los siguientes síntomas:
- Alteraciones del sueño (dificultad para conciliar el sueño, sueño no reparador).
- Problemas cognitivos (dificultades de concentración y memoria).
- Rigidez matutina.
- Cefaleas crónicas o migrañas.
- Trastornos digestivos, incluyendo síndrome del intestino irritable.
- Hipersensibilidad a la luz, el sonido, los olores y la temperatura.
- Alteraciones del estado de ánimo, como ansiedad o depresión.
Tratamiento
Aunque no existe una cura definitiva para la fibromialgia, los tratamientos disponibles ayudan a mejorar la calidad de vida de los pacientes. El abordaje es multidisciplinario e incluye:
1. Tratamiento farmacológico
Antidepresivos como la duloxetina y la amitriptilina pueden ayudar a reducir el dolor y mejorar el sueño.
Anticonvulsivos como la pregabalina y la gabapentina se utilizan para modular la percepción del dolor.
Analgésicos y antiinflamatorios, aunque suelen ser menos efectivos en el control del dolor crónico.
2. Ejercicio y fisioterapia
La actividad física regular, especialmente ejercicios de bajo impacto como natación, yoga y tai chi, ha demostrado ser beneficiosa para reducir la fatiga y mejorar el estado físico.
La fisioterapia personalizada puede ayudar a mejorar la movilidad y reducir la rigidez.
3. Terapias psicológicas
La terapia cognitivo-conductual (TCC) ayuda a modificar patrones de pensamiento negativos y mejorar la capacidad de afrontamiento del dolor.
Las técnicas de mindfulness y meditación han mostrado resultados positivos en la reducción del estrés y la ansiedad asociados a la fibromialgia.
4. Alimentación
La alimentación puede tener un impacto importante, ya que hay alimentos que pueden agravar la inflamación o provocarla. Algunas personas encuentran alivio al seguir una dieta antiinflamatoria, ya que se evita el azúcar, el alcohol, los alimentos procesados y los alimentos con un alto contenido de histamina.
El azúcar es uno de los principales alimentos que deben evitar las personas con fibromialgia. La literatura médica ha demostrado que el consumo de alimentos con alto contenido de azúcar está relacionado con un aumento del dolor de la fibromialgia. Las dietas bajas en carbohidratos pueden servir de ayuda debido a que los carbohidratos son, al fin y al cabo, azúcares.
Los aceites vegetales, sobre todo los de semillas, como el aceite de maíz, girasol, cártamo y cacahuete, tienen un efecto inflamatorio, especialmente cuando se utilizan para freír alimentos, pues al calentarse se oxidan. La literatura médica ha vinculado los alimentos fritos con el empeoramiento de los síntomas de fibromialgia.
Alcohol. Algunas personas con fibromialgia informan que el alcohol hace que los síntomas se agraven.
¿Cómo ayuda la terapia psicológica?
La terapia cognitivo-conductual es la más utilizada con las personas que padecen fibromialgia. Suele aplicarse de manera individual o grupal. En cualquiera de los dos casos, se aplican técnicas para aprender a cambiar esas distorsiones cognitivas o pensamientos erróneos por otros más adaptativos.
La terapia psicológica permite al afectado/a expresar todos sus sentimientos. Cuando esto se hace en grupo, resulta muy beneficioso porque la persona que padece la enfermedad se da cuenta de que sus problemas no son los únicos, que hay más gente con la que puede identificarse y sus comentarios pueden ayudar a otras personas del grupo, de modo que se crea un ambiente muy gratificante.
¿Cómo lo viven las personas afectadas?
En los pacientes que padecen fibromialgia y síndrome de fatiga crónica, la parte más afectada viene dada por la gran incomprensión por parte del entorno, familiares, amigos y, en muchos casos, de los casos profesionales de la salud que llevan a cabo una rotación de derivaciones a distintas especialidades, que lejos de ayudar al paciente, le va mermando más por no hallar el apoyo necesario para poder expresar sus problemas y sentimientos.
La pérdida de capacidad física debida al dolor y el cansancio les hacen tener una sensación de inutilidad por no poder seguir el ritmo pasad. Esto afecta en gran manera a su autoestima, que se ve cada vez más mermada llegando a una gran distorsión de la percepción de sí mismo.
La persona afectada de fibromialgia no tiene la certeza de cómo se levantará al día siguiente, le resulta muy complicado hacer planes incluso a corto plazo. Si tiene una cena la semana siguiente, no sabrá hasta ese mismo día si podrá asistir. A veces, esto lleva a un aislamiento y a distorsiones cognitivas del tipo "para qué voy a salir si luego lo voy a pagar", "ya no sé de qué hablar con mis amigos, siempre me estoy quejando". Sin embargo, el aislamiento no es bueno y no conduce más que a un empeoramiento del estado de ánimo. Otras veces, debido a las limitaciones, se suele cometer otro error muy frecuente: si un día se levantan mejor y con algo más de energía, se apresuran a hacer las tareas de ese día e incluso adelantan las del día siguiente "por si acaso". Esto les cobra una factura y puede aumentar el malestar que sientan los días posteriores.
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