Autora: Ana Muñoz

La fobia social se caracteriza por un miedo intenso a la evaluación negativa por parte de los demás que produce ansiedad y deseo de evitar la situación social temida. Las personas con fobia social tienen una serie de características en su personalidad que no son necesariamente negativas, pero que pueden contribuir a la aparición de este trastorno.

La capacidad para “leer” a los demás

Las personas con fobia social son especialmente sensibles al lenguaje no verbal de los demás, se dan cuenta de cada mínimo gesto o expresión fácil y captan cualquier pequeño indicio de desagrado, incomodidad o cualquier otra emoción negativa en los demás. Aunque a menudo son especialmente buenas leyendo a los demás, suelen atender más a los gestos de rechazo que los de aceptación y a veces interpretan gestos neutros o ambiguos como de rechazo hacia ellas, sin tener en cuenta otras interpretaciones posibles.

Por ejemplo, una expresión facial en la otra persona que indique cierta confusión y que pasaría desapercibida para la mayoría de las personas, es captada claramente por la persona con fobia social, lo cual es una gran ventaja, pero, desgraciadamente, tiende a interpretarlo como una prueba de rechazo o llevarle a pensar que es él o ella la causa de la confusión porque habla o se comportas de manera extraña. Y eso no tiene por qué ser cierto.

Por tanto, esta gran capacidad para leer a los demás, se convierte en una pesadilla cuando no interpretas correctamente aquello que ves o cuando das demasiada importancia a los pequeños gestos negativos (de desagrado, confusión, etc.) que percibes en los demás. Por ejemplo, no es lo mismo pensar: “Cuando le hablé de ese tema percibí un gesto de desagrado, no sé a qué se debe, tal vez ese tema le trae malos recuerdos”, que pensar: “Cuando le hablé de ese tema percibí un gesto de desagrado, creo que no le gusto, que me considera una persona entrometida y estúpida”.  Las personas con ansiedad social tienden a hacer con más frecuencia interpretaciones como esta última y, por tanto, es muy importante que aprendan a cambiar su modo de interpretar la realidad para hacerla más constructiva y menos centrada alrededor de sí mismos.

La auto-referencia

Los fóbicos sociales tienen también tendencia a pensar que el mundo gira alrededor de ellos. Eso no se debe a vanidad o a un rasgo narcisista, sino tan solo al miedo. Cuanto mayor sea tu miedo al rechazo o desprecio de los demás, mayor será tu tendencia a pensar que cualquier cosa que digan o hagan tiene que ver contigo. Así, si un grupo de gente se ríe mientras pasas delante de ellos, tenderás a pensar que se ríen de ti. El resultado es que, efectivamente, tiendes a comportarte como si todo el mundo estuviera pendiente de ti, de lo que haces, de lo que dices y de tu presencia, cuando lo más probable es que ese grupo de gente que ríe ni siquiera se diera cuenta de que pasabas a su lado, porque estaban enfrascados en su propia conversación.

Baja autoestima

La baja autoestima es también un gran enemigo de las personas con ansiedad social. Si te crees incompetente, piensas que no puedes gustar a nadie, que si les gustas es porque no te conocen de verdad, que eres una persona aburrida, que nadie podría tener interés en ti, entonces cuando te relaciones con la gente tenderás a esperar el rechazo y, por tanto, te acercarás a ellos con miedo y con un comportamiento que acabe generando rechazo: no dirás más que monosílabos, no mirarás a la cara a la otra persona, tu lenguaje no verbal será el de alguien que deseas esconderse, etc. Este comportamiento puede generar rechazo en sí mismo.

La personalidad altamente sensible

Muchas personas con fobia social tienen lo que suele llamarse una personalidad altamente sensible. Se trata de un tipo de personalidad con muchas características positivas, pero que puede predisponer a ser también especialmente sensible al rechazo, sobre todo porque si se produce, aunque sea sutilmente, lo vas a ver, no te va a pasar desapercibido como le sucede a otras personas. Lo verás y además te afectará especialmente dada tu mayor sensibilidad.

Perfeccionismo

El perfeccionismo suele formar también parte de la personalidad de aquellos que tienen ansiedad social, aunque suele tratarse de una necesidad de ser perfectos de cara a los demás, es decir, cuando hay otras personas delante. Piensan que cualquier mínimo fallo revelará al mundo su total incompetencia, incapacidad o estupidez y quedarán descubiertos y en ridículo. Es decir, es un reflejo de su baja autoestima. Muchos de ellos han sido víctima de burlas, desprecio o insultos en su infancia, lo cual les generó esa sensación de ser “defectuosos”.  También pueden sentirse avergonzados de sí mismos y con una tendencia a sentir vergüenza con facilidad. Pero todos estos sentimientos parten del mismo lugar: no creerse lo bastante buenos, lo bastante aceptables. Cualquier pequeño fallo o metedura de pata es para ellos de suma importancia porque lo ven como una prueba de que verdaderamente son defectuosos o hay algo “roto” en ellos. De ahí esa necesidad de ser perfectos.

Qué puedes hacer

No puedes cambiar tu personalidad, pero sí puedes aprender a sacarle el mayor partido posible, a dar interpretaciones más constructivas a lo que ves (tratando de buscar interpretaciones alternativas en vez de quedarte con la primera que pase por tu mente) y a ignorar algunas de las muchas expresiones que captas en los demás.

En cierto modo, cuando captas tanto de los demás, te estás metiendo en sus cabezas, en su mundo privado, por lo que puedes optar por “salirte” y pensar: “Creo que he captado esto, pero no es asunto mío, no voy a hacer interpretaciones, no tiene por qué  importarme”. De este modo, no estarás dando importancia y analizando todo lo que captas en los demás, sino tan solo aquello que es de verdad importante.

Artículos relacionados