Autora: Ana Muñoz
Aunque todavía mucha gente considera que existen tres orientaciones sexuales (heterosexual, homosexual y bisexual), la realidad parece contradecir esta tendencia a clasificar a las personas de modos tan estrechos.
Las investigaciones actuales parecen indicar que son pocas las personas que encajan exclusivamente en uno de estos tres grupos; la mayoría tiene diversos grados de las orientaciones homosexual y heterosexual a la vez. Si imaginamos una línea continua que va desde la heterosexualidad a la homosexualidad, las personas se sitúan en algún punto de esta línea, lo que significa que alguien puede considerarse principalmente heterosexual pero con cierto nivel de atracción por las personas de su mismo sexo, por ejemplo. O bien podría considerarse principalmente homosexual pero sentir cierto grado de atracción por el sexo opuesto. De este modo, tendríamos una gran diversidad de orientaciones sexuales, según en qué lugar de esta línea se colocase una persona. Y a esto habría que añadir también la asexualidad o ausencia de atracción por cualquier persona, sea cual sea su género.
Igualmente, la mayoría de las personas tienden a hacer una distinción entre atracción física y atracción romántica (o enamoramiento). Por ejemplo, una persona podría sentir atracción física por ambos sexos pero solo enamorarse de uno de ellos.
Si tenemos todo esto en cuenta, las combinaciones posibles son tan numerosas que podríamos decir que casi no hay dos personas guales en lo que a orientación sexual se refiere.
Por tanto, esa idea de que existen tres orientaciones sexuales separadas y distintas parece ser más bien un invento de la sociedad que una realidad. Aún en la actualidad, esa visión sesgada de la sociedad confunde y encasilla a muchas personas, que no se atreven a vivir su sexualidad libremente. Así, nos encontramos con personas que sienten de un modo pero actúan como si sintieran de un modo diferente. La falta de flexibilidad de la sociedad ante la realidad de la orientación sexual es una fuente de malestar para muchas personas o incluso de oportunidades perdidas, al dejar escapar a quien podría ser el amor de tu vida por no ser del género “correcto”.
Sin embargo, las personas más jóvenes están ya empezando a cambiar la forma en que ven su propia sexualidad. Muchos no desean encasillarse en una única orientación sexual y desean tener más opciones y nuevos modos de describir la complejidad de su sexualidad y su atracción romántica por otras personas. Una mayoría se identifica como principalmente heterosexual pero con cierto grado de homosexualidad. Dentro de este grupo, algunos sienten solo una atracción sexual o romántica por el otro sexo; otros sienten deseo sexual y enamoramiento y otros están dispuestos a experimentar con personas de su mismo sexo. Es decir, incluso dentro de este grupo existe gran variedad entre ellos.
Un estudio publicado por la Revista de Personalidad y Psicología Social y la American Psychological Association encontró que, al analizar las respuestas fisiológicas de personas expuestas a material sexual, el 100 % respondió tanto al ver imágenes de sexo tanto heterosexual como homosexual.
Por todo esto, es importante tener una mente abierta y flexible respecto a nuestra propia sexualidad. No considerarla como algo dado y establecido sino ir descubriéndola con el paso del tiempo y las propias experiencias sin encasillarnos sin más en los patrones establecidos por la sociedad.