Autora: Ana Muñoz
El trastorno por excoriación, también conocido como dermatilomanía, se caracteriza por la necesidad compulsiva de rascarse, pellizcarse o frotarse la piel hasta causar lesiones. Forma parte de los trastornos obsesivo-compulsivos, según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5).
Características del trastorno
Las personas con dermatilomanía son conscientes del daño que se provocan, pero experimentan una incapacidad para detener la conducta. El rascado compulsivo suele desencadenarse por imperfecciones cutáneas, como granos, cicatrices o picaduras, aunque también puede ocurrir sobre piel sana.
Si bien afecta a personas de todas las edades y géneros, los estudios sugieren que es más común en mujeres, especialmente en dos grupos principales:
- Jóvenes que desarrollan la conducta sobre lesiones preexistentes, como el acné.
- Adultos de mediana edad, con una mayor prevalencia entre los 30 y 50 años.
La dermatilomanía puede volverse crónica si no se trata, con una duración variable dependiendo de la gravedad y los factores individuales.
Manifestaciones y síntomas
El rascado compulsivo puede producirse de manera ritualizada, en episodios que duran desde minutos hasta horas, a menudo en momentos de inactividad o antes de dormir.
Las lesiones pueden comenzar sobre pequeñas irregularidades de la superficie cutánea, tales como tapones de queratina, picaduras de insectos, foliculitis o acné, o bien desarrollarse sobre piel normal.
Normalmente, las lesiones agudas son menores de 1 cm de diámetro, rodeadas de eritema y cubiertas de costras hemorrágicas. Pueden ser profundas, extendiéndose hasta la dermis, y distribuidas simétricamente en el radio de acción de las manos.
Suelen producirse en manos, antebrazos, muslos, piernas, cara y parte inferior del tronco, pero pueden encontrarse también cerca de las márgenes del cabello, cara y cuello o aparecer especialmente en hombros y pecho. Las lesiones antiguas se presentan como cicatrices rosadas o rojas, algunas de las cuales pueden ser hipertróficas y rodeadas de un halo de hipopigmentación.
Los ataques exceden el simple hábito y pueden causar:
- Hemorragias y dolor debido al rascado intenso.
- Lesiones rodeadas de eritema y costras hemorrágicas.
- Cicatrices hipo o hipertróficas en zonas como el rostro, brazos, piernas, hombros y tronco.
- Sentimientos de culpa y vergüenza posteriores a los episodios.
- El estrés y la ansiedad suelen agravar la conducta en un alto porcentaje de pacientes.
Causas y factores de riesgo
Se desconocen las causas exactas del trastorno por excoriación, pero se cree que puede ser una combinación de factores genéticos, biológicos y ambientales. Algunas personas pueden tener una mayor predisposición a desarrollar este trastorno si tienen antecedentes familiares del mismo. Algunos de los factores de riesgo son los siguientes:
• Genética: algunos estudios han demostrado cierta predisposición hereditaria.
• Neuroquímica: se ha asociado con una disfunción en la serotonina, similar a otros trastornos obsesivo-compulsivos.
• Factores psicológicos: puede presentarse en personas con ansiedad, depresión o dificultades para regular la agresividad y la angustia.
• Experiencias tempranas: algunas personas con dermatilomanía han tenido infancias con entornos emocionalmente restrictivos, aunque no es una regla general.
Psicopatología
Las excoriaciones neuróticas son lesiones autoprovocadas de forma compulsiva en las que frecuentemente subyace un estado de ansiedad o depresión. Los pacientes constituyen un grupo heterogéneo, aunque habitualmente es la expresión cutánea de una patología obsesivo-compulsiva.
En casos leves o transitorios, sobre todo en niños, puede ser una respuesta al estrés en aquellos niños con rasgos de personalidad obsesivo-compulsiva pero, en casos graves y persistentes, la investigación psiquiátrica revela la existencia de un trastorno obsesivo-compulsivo. En el trastorno obsesivo-compulsivo aparece una ansiedad intensa, que en el caso del trastorno por excoriación, solo se ve aliviada por el acto compulsivo de pellizcar o rascar, que puede ser realizado como un acto inconsciente. Esta actividad ocurre frecuentemente por la noche o cuando el paciente no está ocupado, haciendo que disminuya, aún más, su pobre autoestima. El estrés puede ser un precipitante.
Diagnóstico y tratamiento
Para diagnosticar este trastorno, los criterios incluyen la presencia de lesiones cutáneas recurrentes, intentos fallidos por detener la conducta y un deterioro significativo en la calidad de vida.
Los tratamientos más efectivos incluyen:
• Terapia Cognitivo-Conductual (TCC): enseña estrategias para controlar el impulso de rascado y abordar las causas emocionales subyacentes. Ayuda a las personas a identificar y cambiar los pensamientos y comportamientos negativos que contribuyen al trastorno.
• Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT): ayuda a las personas a aceptar sus pensamientos y sentimientos sin juzgarlos y a comprometerse con acciones que sean importantes para ellos. Sirve de ayuda para reducir la ansiedad asociada con el impulso compulsivo.
• Terapia de exposición y prevención de respuesta (EPR). Ayuda a las personas a exponerse gradualmente a las situaciones que desencadenan el rascado y a aprender a resistir la necesidad de rascarse.
• Medicación. En algunos casos, se prescriben inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) para mejorar el control de los impulsos.
• Técnicas de autocuidado. Uso de barreras físicas (como guantes o tiritas), mantener las manos ocupadas y practicar mindfulness pueden reducir la frecuencia de los episodios.
En definitiva, el trastorno por excoriación es una afección seria que requiere un enfoque multidisciplinario para su tratamiento. Si bien puede ser crónico, muchas personas logran una mejora significativa con el tratamiento adecuado. La concienciación y la búsqueda de ayuda profesional son claves para manejar este trastorno y mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen.
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