Autora: Ana Muñoz
El estrés es una respuesta natural del organismo ante situaciones que requieren una adaptación o demanda adicional de energía. Aunque generalmente se asocia con aspectos negativos, no todos los tipos de estrés son perjudiciales. Dependiendo de su naturaleza y duración, el estrés puede clasificarse en diferentes tipos, cada uno con efectos distintos sobre nuestra salud y bienestar.
1. Euestrés: el estrés positivo
Es un tipo de estrés positivo que resulta estimulante, nos aporta vitalidad, energía y entusiasmo, aumenta nuestra productividad y nos ayuda a afrontar retos. Sucede cuando hay un aumento de la actividad física, el entusiasmo y la creatividad.
El euestrés se caracteriza por un aumento en la energía, la concentración y la creatividad. Nos ayuda a mantenernos alerta, a superar obstáculos y a alcanzar nuestras metas. A diferencia del estrés negativo, el euestrés no produce efectos perjudiciales en el organismo, sino que, por el contrario, puede fortalecer nuestro sistema inmunitario y mejorar nuestro estado de ánimo. El euestrés nos permite mantenernos activos y enfocados en nuestros objetivos, lo que favorece el crecimiento personal y profesional.
Ejemplos de euestrés:
- La emoción que sientes antes de un examen o una presentación importante.
- La motivación al practicar un deporte desafiante.
- La energía positiva que surge al comenzar un nuevo proyecto o alcanzar una meta personal.
2. Estrés agudo: la respuesta inmediata
Cuando experimentamos estrés agudo, nuestro cuerpo libera hormonas como el cortisol y la adrenalina, que nos preparan para la acción. Los síntomas del estrés agudo pueden incluir aumento del ritmo cardíaco, sudoración, tensión muscular, dificultad para concentrarse, una mayor atención y un estado de alerta elevado.
Si bien el estrés agudo puede ser desagradable, generalmente desaparece una vez que la situación que lo desencadenó ha pasado. Sin embargo, si el estrés agudo se repite con frecuencia o se prolonga en el tiempo, puede convertirse en estrés crónico y tener efectos negativos en la salud.
Ejemplos comunes incluyen:
- Un contratiempo en la vida cotidiana, como tener una discusión acalorada.
- Una situación de peligro inminente, como evitar un accidente de tráfico.
3. Estrés crónico: la sobrecarga prolongada
Es un estado prolongado de estrés que dura semanas, meses o incluso años. Produce sentimientos de malestar, hace aumentar los niveles de hormonas del estrés y puede acabar produciendo enfermedad física. Es, por tanto, el estrés más grave y es necesario hacer algo para manejarlo correctamente y reducirlo.
A diferencia del estrés agudo, el estrés crónico no está asociado a una situación específica, sino que se debe a una acumulación de factores estresantes en el tiempo, como problemas laborales, dificultades económicas o conflictos familiares.
El estrés crónico puede tener graves consecuencias para la salud física y mental. Los síntomas del estrés crónico pueden incluir fatiga, irritabilidad, dificultad para dormir, problemas digestivos, ansiedad y depresión. Además, el estrés crónico puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes, obesidad y otras afecciones graves.
Causas comunes de estrés crónico:
- Problemas financieros persistentes.
- Conflictos laborales prolongados o un ambiente de trabajo hostil.
- Problemas familiares o de pareja sin resolver.
- Enfermedades crónicas o responsabilidades excesivas.
4. Hiperestrés: cuando el estrés nos desborda
Sucede cuando una persona se ve sometida a un estrés mayor del que puede soportar y se siente sobrecargada y tremendamente abrumada porque considera que es incapaz de afrontar la situación y se siente impotente. Una persona en situación de hiperestrés suele tener una respuesta emocional exagerada y excesiva incluso ante desencadenantes poco importantes.
El hiperestrés puede manifestarse a través de síntomas como:
- Irritabilidad.
- Problemas de memoria, insomnio, ansiedad y depresión. sensación de impotencia y ansiedad extrema.
- Reacciones emocionales exageradas, como ira o llanto descontrolado.
- Fatiga crónica y dificultad para concentrarse.
En casos graves, el hiperestrés puede llevar al agotamiento extremo. Es un estrés peligroso y deberían tomarse medidas para reducirlo enseguida porque puede tener serias repercusiones físicas y psicológicas.
El hiperestrés puede estar causado por un exceso de responsabilidades laborales o personales, eventos traumáticos o la falta de estrategias adecuadas para manejar el estrés, entre otros factores.
5. Hipoestrés: la falta de estímulos
Es lo opuesto al hiperestrés; es decir, consiste en una cantidad insuficiente de estrés en la vida de una persona que hace que se sienta aburrida y vacía constantemente. Por ejemplo, una persona que tiene un trabajo simple y repetitivo, como un trabajador de una cadena de montaje, puede sentir hipoestrés. Produce falta de inspiración y un estado de ánimo deprimido y pueden tener dificultades para concentrarse, para encontrar motivación para realizar sus tareas y para disfrutar de su tiempo libre.
Ejemplos de situaciones que pueden generar hipoestrés:
- Un trabajo monótono y repetitivo, sin desafíos.
- Falta de metas personales o profesionales.
- Rutinas sin variedad ni nuevos aprendizajes.
Para combatirlo, es importante empezar a realizar actividades que nos lleven a un estado de euestrés y nos estimulen, como aprender algo nuevo, practicar un hobby o establecer metas desafiantes.
En clonclusión, el estrés forma parte de la vida y puede ser beneficioso cuando se maneja adecuadamente. Mientras que el euestrés nos motiva y nos impulsa, el estrés agudo y crónico pueden afectarnos negativamente si no los gestionamos bien. Tanto el hiperestrés como el hipoestrés también pueden ser problemáticos, por lo que es fundamental encontrar un equilibrio y desarrollar estrategias para afrontar las demandas de la vida de manera saludable.
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