Autora: Ana Muñoz
El tratamiento del trastorno bipolar suele consistir en una combinación de tratamiento farmacológico y psicoterapia para mejorar los resultados. La psicoterapia puede utilizarse para ayudar al paciente a reconocer patrones de comportamiento y pensamiento, manejar el estrés y mejorar la adherencia al tratamiento.
La combinación de tratamiento farmacológico y psicoterapias, como la terapia cognitivo-conductual (TCC) o la terapia interpersonal y de ritmo social (IPSRT), es uno de los enfoques más efectivos.
Tratamiento farmacológico
Litio. El fármaco más utilizado es el litio, que es un estabilizador del estado de ánimo. Entre un 20 y un 40 % no responde a este tratamiento y cierto número de pacientes no lo tolera debido a los efectos secundarios.
Ácido valproico (valproato). Este medicamento, originalmente utilizado para tratar las convulsiones, se usa con frecuencia para estabilizar el ánimo en personas con trastorno bipolar, especialmente aquellas que no responden al litio. Es más útil en personas con trastorno bipolar tipo I (episodios maníacos) y en pacientes que no responden bien al litio. Puede causar efectos secundarios como aumento de peso, problemas gastrointestinales, y efectos sobre la función hepática.
Lamotrigina. Es otro anticonvulsivo que se utiliza especialmente para prevenir episodios depresivos en personas con trastorno bipolar. Es menos eficaz para controlar episodios maníacos, pero es muy útil en la prevención de recaídas depresivas. Un efecto secundario raro pero grave es una erupción cutánea que puede indicar una reacción alérgica grave.
Antipsicóticos. Los antipsicóticos pueden utilizarsepara tratar los episodios maníacos y, en algunos casos, para tratar la depresión bipolar. Pueden causar efectos secundarios como aumento de peso, somnolencia, y problemas metabólicos (como aumento de glucosa y colesterol). En algunos casos, se utilizan a corto plazo durante los episodios agudos.
Antidepresivos. Los antidepresivos se pueden recetar para tratar los episodios depresivos en personas con trastorno bipolar, pero su uso debe ser cuidadoso debido a que, en algunas personas, pueden desencadenar episodios maníacos. A menudo se usan en combinación con un estabilizador del ánimo para reducir el riesgo de manía. Se evitan en pacientes que tienen un historial de episodios maníacos inducidos por antidepresivos.
Psicoterapia
Cuando se produce un episodio, la vida del paciente y de su familia puede quedar completamente dislocada y lo principal es volver a ordenar las cosas de nuevo.
El primer paso consiste en informar al paciente y su familia sobre este trastorno. Esto dará lugar a una gran cantidad de emociones, miedos e interrogantes que el psicólogo tendrá que ayudar a superar. Muchas personas tienden a negar lo sucedido, prefieren olvidar y actuar como si no hubiera pasado nada. Pero esto constituye un gran error ya que es muy probable que el episodio vuelva a repetirse y conviene estar preparados. El terapeuta tendrá que ayudarles a integrar esta experiencia y esto se logra promoviendo un diálogo familiar abierto. Durante la psicoterapia, se ayuda al paciente a mejorar las estrategias de afrontamiento de acontecimientos estresantes (y a identificar dichos acontecimientos), manejar adecuadamente el estrés, entrenamiento en resolución de problemas, habilidades de comunicación, entrenamiento en el control de los impulsos, etc.
1. Terapia cognitiva
Esta terapia es una de las más apropiadas para estas personas. Consiste en enseñar al paciente a controlar sus estados de ánimo y sentimientos de forma que sea capaz de cambiarlos en el momento en que detecte que están empezando a aparecer sentimientos o pensamientos inadecuados (cuando se acerca un episodio). Esto se consigue ayudando al paciente a ser consciente de cómo está interpretando los acontecimientos que suceden en su vida y de cómo esta interpretación influye en su estado de ánimo, al tiempo que se le enseña a detectar las interpretaciones no realistas y cambiarlas por otras más realistas que no den lugar a sentimientos exagerados.
Eficacia: es una de las psicoterapias más efectivas para el tratamiento del trastorno bipolar, especialmente en el manejo de los episodios depresivos y en la prevención de recaídas. En la fase maníaca, se enfoca en mantener el control sobre los impulsos y en la regulación del estado de ánimo.
2. Terapia interpersonal y de ritmo social (IPSRT)
Se enfoca en mejorar las relaciones interpersonales y en estabilizar los ritmos sociales (como los patrones de sueño, trabajo y actividad social). Ayuda a los pacientes a desarrollar habilidades para gestionar mejor el estrés y las dificultades en las relaciones.
Eficacia: se ha demostrado que la IPSRT es eficaz para reducir la frecuencia de los episodios de manía y depresión al ayudar a las personas a establecer rutinas diarias más consistentes y saludables.
3. Terapia focalizada en los problemas
A través de este enfoque, los pacientes trabajan para resolver problemas concretos que puedan estar exacerbando su trastorno bipolar, como el estrés laboral o problemas familiares.
Eficacia: puede ser útil para abordar situaciones o factores específicos que desencadenan episodios de manía o depresión. La terapia ayuda a centrarse en los problemas inmediatos y a desarrollar habilidades de resolución de conflictos.
4. Terapia dialéctico-conductual (DBT)
Esta terapia se centra en enseñar habilidades para regular las emociones y mejorar la tolerancia a la angustia. Aunque la DBT se desarrolló inicialmente para tratar el trastorno límite de la personalidad, también se ha utilizado en pacientes con trastorno bipolar, especialmente aquellos con dificultades para manejar los cambios emocionales.
Eficacia: ayuda a las personas a encontrar un equilibrio entre aceptar sus emociones intensas y cambiar las conductas destructivas.
5. Terapia familiar
Implica a los familiares del paciente para mejorar la comunicación y reducir el estrés en el hogar. La terapia familiar puede ser útil para reducir los conflictos familiares y aumentar el apoyo emocional.
Eficacia: el apoyo familiar es crucial para las personas con trastorno bipolar. La terapia familiar ayuda a los familiares a comprender la enfermedad y a mejorar las dinámicas familiares, lo que puede contribuir a la estabilidad emocional del paciente.
En definitiva, lo más importante en el tratamiento psicológico es enseñar al paciente a detectar los primeros signos y enseñarle técnicas que pueda utilizar para controlarlos. Si además posee habilidades para manejar adecuadamente el estrés y resolver eficazmente los problemas de su vida y utiliza la medicación adecuada, estará suficientemente equipado como para poder llevar una vida normal y productiva.
La influencia del ácido graso omega-3
El doctor Andrew Stoll, director del laboratorio de investigación psicofarmacológica en Harvard, estudia los efectos del ácido graso omega-3 en el tratamiento del trastorno bipolar. Mientras investigaban para encontrar otras alternativas al litio y fármacos semejantes, buscaron compuestos que tuviesen un efecto similar a ellos. Así fue como se toparon con el ácido graso omega-3. Comprobaron que su efecto era comparable e incluso superior al del litio u otros fármacos convencionales, pero sin ningún efecto secundario. Tras cuatro meses de investigación, solamente una persona de cada 14 que tomó omega-3 había recaído, mientras que en el grupo control (pacientes bipolares a los que les dieron aceite de oliva en vez de omega-3) habían recaído dos tercios.
Según piensa Stoll, los ácidos grasos omega-3 funcionan haciendo más permeable la membrana de las células nerviosas, lo cual permite que la transmisión del impulso nervioso de una célula a otra sea más adecuado. Por el contrario, las grasas saturadas vuelven las membranas menos permeables. En EEUU se ha visto que el aumento de los índices de depresión correlaciona con la disminución progresiva de omega-3 en la dieta a lo largo del siglo XX. Las personas deprimidas tienen menos cantidad de omega-3 en su organismo que el resto de las personas.
Los ácidos grasos omega-3 utilizados en la investigación proceden de aceite de pescados ricos en grasas, como salmón, sardina, caballa, arenque, atún y anchoas. El omega-3 procedente del aceite de linaza no es aconsejable porque puede ser peligroso en dosis altas.
Stoll y su equipo continúan realizando investigaciones sobre estos ácidos grasos en pacientes bipolares, deprimidos y autistas. La mayoría notan mejoría entre 1 y 3 semanas después de comenzar el tratamiento.
Una buena forma de obtener ácido graso omega-3 consiste en comerte una lata de hígado de bacalao en su aceite de vez en cuando.
Creatividad y enfermedad bipolar
Se ha visto que ciertas formas de enfermedad psiquiátrica en una persona con talento puede fomentar su creatividad. Muchos han sido los grandes artistas que han padecido un trastorno bipolar. Entre ellos se encuentran Virginia Woolf, Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway, Dylan Thomas, Anne Sexton, Samuel Becketh y Sylvia Plath.
Virginia Woolf tenía depresiones profundas que aparecían en primavera. Se sentía fracasada, se negaba a comer y rechazaba toda compañía. Alternando con sus depresiones aparecían episodios de hipomanía o manía que podían llegar a tener síntomas psicóticos. En la primavera de 1941 se suicidó. Escribir le permitió tener control sobre su enfermedad y dar sentido al caos que poblaba su mente, siendo su escritura un ejercicio terapéutico.
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