Autora: Ana Muñoz

La disociación es un mecanismo psicológico en el que una persona se desconecta de sus pensamientos, emociones, recuerdos o sentido de identidad. Puede presentarse de manera leve, como cuando alguien se pierde en sus pensamientos, o de forma más grave, como en los trastornos disociativos, donde puede haber amnesia, despersonalización o la sensación de estar desconectado de la realidad. Es común en personas que han experimentado traumas.

Inmediatamente después de un trauma severo, la incidencia de fenómenos disociativos es bastante alta. Aproximadamente el 73 % de las personas expuestas a un incidente traumático experimentarán estados disociativos durante el incidente o durante las horas, días o semanas posteriores. Sin embargo, para la mayoría de las personas estas experiencias desaparecerán por sí mismas en algunas semanas.

¿En qué consiste la disociación?

La disociación puede afectar a la subjetividad de una persona en forma de pensamientos, sentimientos y acciones que parecen no provenir de ninguna parte o se ve a sí misma llevando a cabo una acción como si estuviera controlada por una fuerza externa. Por lo general, una persona se siente "controlada" por una emoción que no parece tener en ese momento. Por ejemplo, puede sentir repentinamente una tristeza insoportable, sin una razón evidente y después esa emoción desaparece de la misma manera que llegó. O bien, una persona puede encontrarse a sí misma haciendo algo que no haría normalmente pero incapaz de detenerse, como si alguien le estuviera obligando a hacerlo. Esto se describe a veces como la experiencia de ser un "pasajero" en su propio cuerpo, más que el conductor.

Hay cinco maneras principales mediante las cuales la disociación de procesos psicológicos cambia la manera en que una persona experimenta la vida: despersonalización, desrealización, amnesia, confusión de la identidad y alteración de la identidad. Se sospecha de la existencia de un trastorno disociativo cuando se da cualquiera de las cinco características.

¿Cuál es la causa de la disociación y de los trastornos disociativos?

La investigación tiende a indicar que la disociación procede de una combinación de factores ambientales y biológicos. La probabilidad de que una tendencia a disociar sea heredada se considera que es de cero. Por lo general, el abuso repetido físico y/o sexual en la infancia y otras formas de trauma se asocian con el desarrollo de los trastornos disociativos. En el contexto de un trauma crónico y severo en la niñez, la disociación puede ser considerada adaptativa porque reduce el intenso dolor emocional creado por el trauma. Sin embargo, si la disociación continúa utilizándose en la edad adulta, cuando el peligro original ya no existe, puede ser disfuncional. El adulto que disocia puede desconectar automáticamente de las situaciones que percibe como peligrosas o amenazantes, sin tener tiempo para determinar si existe un peligro real. Esto deja a la persona fuera de contacto en muchas situaciones de la vida diaria, e incapaz protegerse en momentos de peligro real.

La disociación puede también ocurrir cuando ha habido negligencia severa o abuso emocional, incluso cuando no ha habido abuso físico o sexual ostensible. Los niños pueden también disociar en las familias en las que los padres son amenazadores, imprevisibles, disocian ellos mismos o utilizan un estilo de comunicación altamente contradictorio.

El desarrollo de desórdenes disociativos en la edad adulta parece estar relacionado con la intensidad de la disociación durante el acontecimiento traumático real; la disociación severa durante la experiencia traumática aumenta la probabilidad de la generalización de tales mecanismos tras el acontecimiento. El trauma repetido en la niñez aumenta perceptiblemente la probabilidad de desarrollar trastornos disociativos en la edad adulta.

Problemas para manejar las emociones

Uno de los problemas principales para la persona con un trastorno disociativo es la alteración de la regulación de las emociones; es decir, la dificultad para tolerar y manejar experiencias emocionales intensas. Este problema procede en parte de haber tenido pocas oportunidades de aprender a calmarse a sí mismos o modular sus emociones, debido al hecho de criarse en una familia abusiva o negligente, donde los padres no enseñaron estas habilidades. Se produce una intrusión repentina de recuerdos traumáticos y de las emociones abrumadoras que los acompañan que resultan difíciles de manejar.

La incapacidad para manejar emociones intensas puede desencadenar un cambio en el estado del yo, desde un estado de ánimo a otro. La despersonalización, la desrealización, la amnesia y la confusión de la identidad pueden considerarse esfuerzos de autorregulación cuando la regulación de las emociones falla.

La despersonalización (o verse a sí mismo como si estuviera fuera de su propio cuerpo), por ejemplo, es un modo de no estar presente mientras se está siendo sometido a un acto de abuso o crueldad insoportable.

Como última alternativa, de una mente abrumada para escapar del miedo cuando no hay escapatoria, una persona puede, inconscientemente, adaptarse creyendo que es alguien diferente. Así, la experiencia traumática que la persona no se ve capaz de afrontar ni de admitir, queda en un compartimento aislado de su mente, desconectado del resto y desarrollándose de un modo independiente con cada repetición del trauma hasta dar lugar a una personalidad diferente. No es raro que una de las personalidades sea agresiva y sienta ira y desprecio hacia la personalidad víctima, a quien considera débil, cobarde y merecedora del castigo. Esta personalidad airada ha observado a la víctima desde fuera sin sentir nada hacia ella. Por eso, uno de los pasos principales para la integración de esta personalidad pasaría por lograr que sienta compasión por la víctima y empatía hacia ella. La aproximación terapéutica requiere ayudar a construir la confianza en la capacidad de una persona para tolerar sus emociones, aprender y crecer como persona.

Tipos de disociación

1. Abstracción hipnótica

La disociación cae dentro de una línea continua de severidad. Por ejemplo, una disociación leve sería quedarse absorto leyendo un libro y no darse cuenta de lo que sucede alrededor o cuando estás conduciendo por una carretera familiar y te das cuenta de que no recuerdas los últimos kilómetros porque tu mente estaba "en otra parte" mientras tu cuerpo se encargaba de conducir. Estos síntomas no se consideran patológicos y caen dentro de la normalidad. Reciben el nombre de abstracción hipnótica.

2. Confusión de la identidad y alteración de la identidad

La confusión de la identidad es un sensación de confusión respecto a quién es uno mismo. Por ejemplo, cuando una persona siente una emoción positiva mientras está realizando una actividad que por lo general le resulta desagradable. La alteración de la identidad es la sensación de ser marcadamente diferente de otra parte de su ser. Así, una persona puede cambiar a una personalidad diferente, sentirse confusa y preguntar a su terapeuta, "¿quién eres tú, y qué hago yo aquí?". Además de estos cambios observables, la persona puede experimentar distorsiones del tiempo, lugar, y situación. Por ejemplo, en el curso de un descubrimiento inicial de la experiencia de la alteración de la identidad, una persona puede creer incorrectamente que es cinco años mayor o que está en la casa de su niñez y no en el despacho de su terapeuta.

Más a menudo, pueden observarse formas más sutiles de alteración de la identidad cuando una persona utiliza diferentes tonos de voz, forma de hablar o expresiones faciales. Estos cambios pueden estar asociados a un cambio en la forma de ver el mundo del paciente. Por ejemplo, durante una discusión sobre el miedo, un cliente puede sentirse inicialmente joven, vulnerable y asustado, seguido por un cambio repentino a un estado de hostilidad y crueldad. La persona puede expresar confusión sobre sus emociones y percepciones o puede tener dificultades para recordar qué acaba de decir, incluso aunque no diga ser una persona diferente o tener otro nombre.

3. Amnesia disociativa

Se caracteriza por una incapacidad para recordar información personal importante, generalmente de una naturaleza traumática o estresante, que es demasiado amplia como para ser explicada por el olvido ordinario. Es la más común de todos los trastornos disociativos y puede verse con frecuencia en las salas de emergencia de los hospitales. Además, la amnesia disociativa se asocia a menudo a otros trastornos psicológicos (por ejemplo, trastornos de ansiedad, otros trastornos disociativos). Los individuos que sufren de amnesia disociativa son generalmente conscientes de su pérdida de memoria, la cual suele ser reversible debido a que los problemas de memoria se dan en el proceso de recuperación, no en el proceso de codificación. La duración del trastorno varía desde algunos días a varios años.

4. Fuga disociativa

Se caracteriza por un viaje repentino e inesperado lejos del hogar o del trabajo, acompañado por una incapacidad para recordar su pasado y confusión sobre la identidad personal o la asunción de una nueva identidad. Estas personas son vistas como normales por los demás. Es decir, su psicopatología no es obvia. No suelen ser conscientes de su pérdida de memoria.

5. Despersonalización

Los episodios de despersonalización se caracterizan por una sensación de irrealidad o extrañeza, o un distanciamiento de uno mismo en general, o de algunos aspectos del yo. El individuo puede sentirse independiente de todo su ser (por ejemplo, "no soy nadie", "no tengo nada de mí"). También puede sentirse subjetivamente separado de aspectos del yo, incluyendo los sentimientos (por ejemplo, "sé que tengo sentimientos pero no puedo sentirlos"), los pensamientos ("mis pensamientos no parecen míos"), partes del cuerpo o todo el cuerpo, o sensaciones. También puede tener una sensación robótica, como de un autómata que carece de control del propio habla o los movimientos. En su forma más extrema, puede haber un yo escindido, con una parte que observa y otra que participa, conocida como una "experiencia fuera del cuerpo".

6. Desrealización

Los episodios de desrealización se caracterizan por la percepción de que el mundo o las personas parecen irreales, distantes o distorsionadas. Puede sentirse como si estuviese en una niebla, un sueño o una burbuja, o como si existiese un velo entre el individuo y el mundo que le rodea. El entorno puede verse como artificial, sin color o sin vida. La desrealización está acompañada normalmente por distorsiones visuales subjetivas, tales como visión borrosa, agudeza visual aumentada, campo visual ampliado o reducido, bidimensionalidad o planitud, exageración de la tridimensionali-
dad, alteraciones en la distancia o tamaño de los objetos. También pueden ocurrir distorsiones auditivas, silenciándose o acentuándose las voces o los sonidos. 

7. Trastorno de identidad disociativo

(Conocido anteriormente como trastornos de personalidad múltiple). Es la manifestación más severa y más crónica de la disociación, caracterizado por la presencia de dos o más estados de personalidad o identidades diferentes que, recurrentemente, toman el control del comportamiento del individuo, acompañado por una incapacidad para recordar información personal importante que es demasiado amplia para ser explicada por el olvido ordinario.

Estos estados disociados no son personalidades totalmente formadas, sino más bien representan un sentido de la identidad fragmentado. La amnesia asociada típicamente a este trastorno es asimétrica, es decir, las diferentes personalidades recuerdan aspectos diferentes de la información autobiográfica. Suele haber una personalidad principal que se identifica con el nombre verdadero de la persona. Por lo general, la personalidad principal no está enterada de la presencia de las demás. Las diferentes personalidades pueden jugar papeles distintos al hacer frente a áreas problemáticas. Los acontecimientos ambientales suelen desencadenar el cambio repentino de una personalidad a otra.

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