Autora: Ana Muñoz
El trastorno depresivo persistente, también llamado distimia, es un trastorno del estado de ánimo con síntomas similares a los de la depresión clínica pero más leves y más duraderos; de hecho, se trata de un estado depresivo crónico. Para ser diagnosticado, este trastorno ha de durar por lo menos dos años, pero es menos incapacitante que el trastorno depresivo mayor; por ejemplo, estas personas son generalmente capaces de ir a trabajar y realizar otras actividades de su vida diaria.
A menudo, estas personas pasan por fases en las que sus síntomas se agravan, llegando a padecer un episodio depresivo mayor.
¿Cuáles son los síntomas?
En general, los síntomas causan un malestar significativo o problemas en el funcionamiento social, laboral u otras áreas importantes de la vida.
Además del estado de ánimo de triste, deben aparecer dos o más de los siguientes síntomas para que se haga un diagnóstico de trastorno depresivo persistente:
- Poco apetito o comer en exceso
- Insomnio o hipersomnia (exceso de sueño)
- Poca energía o cansancio
- Baja autoestima
- Problemas para concentrarse o para tomar decisiones
- Sentimientos de desesperación
Solo se considera que se trata de un trastorno depresivo persistente cuando no se debe a una causa médica (por ejemplo, hipotiroidismo o esclerosis múltiple) ni a los efectos del abuso de sustancias o medicamentos.
Debido a la larga duración de este trastorno, el estado de ánimo deprimido se convierte en parte del día a día de la persona. En cierto modo, es como si llegara a acostumbrarse, considerando que es simplemente su modo de ser normal. Por este motivo, la persona con este trastorno no suele buscar ayuda para superarlo y volver a ser la persona que fue años atrás. De hecho, puede pensar que siempre ha sido así.
El trastorno depresivo persistente aparece a menudo durante la infancia, la adolescencia o al inicio de la edad adulta. Va surgiendo lentamente, sin que la persona apenas se de cuenta, hasta hacerse crónico y puede perdurar durante años. A veces, estos síntomas se agravan hasta dar lugar a un trastorno depresivo mayor (es decir, una depresión grave). Cuando la depresión mayor desaparece, suelen volver a su estado de ánimo habitual.
Falta de habilidades sociales
Las personas con este tipo de trastorno suelen tener también una falta de habilidades sociales. Tienen poca confianza en sí mismas, se sienten inferiores o tímidas en su trato con los demás, tienen una actitud pesimista respecto a los otros y tienden a esperar lo peor en sus interacciones con los demás. Son hipersensibles al rechazo; esperan y temen el rechazo de los demás y tienen tendencia a aislarse del contacto con otras personas y realizar pocas actividades sociales. Asimismo, el estado de ánimo deprimido y su sensación de fatiga les puede empujar a permanecer en casa y dejar de hacer actividades con las que antes disfrutaban. Dado que tienden a aislarse de los demás, tienen una falta de apoyo social que los lleva a sentirse aún más deprimidos, desesperados o incluso enfadados.
Pensamiento negativo
Como suele ser típico en la depresión, su modo de pensar es negativo y pesimista. Suelen criticarse con frecuencia, llamándose estúpidos o torpes por cometer algún error, tienen una concepción negativa de sí mismos, considerándose fracasados e incompetentes y se observan y analizan a sí mismos constantemente en busca de defectos.
Tienen una concepción negativa y pesimista del mundo que los rodea y del futuro y tienden a pensar que las cosas les saldrán mal y que no mejorarán en el futuro.
Este modo pesimista de encarar la vida es a menudo una especie de profecía autorrealizada, puesto que si te comportas como si todo fuese a ir mal, es más probable que suceda así.
Trastornos asociados
Las personas con trastorno depresivo persistente presentan también a menudo algún otro trastorno, como un trastorno de ansiedad o abuso de sustancias. También pueden tener algún trastorno de personalidad.
Qué puedes hacer si padeces un trastorno depresivo persistente
Si padeces una depresión crónica leve desde hace tiempo, es muy posible que hayas podido seguir haciendo una vida más o menos normal, incluso aunque se haya visto afectada negativamente por tu estado de ánimo deprimido y es muy posible que ni siquiera sepas que padeces un trastorno. Ten en cuenta que el hecho de que te hayas sentido así durante muchos años o incluso la mayor parte de tu vida, no significa que tenga que seguir siendo así. Estas son algunas de las cosas que puedes hacer para empezar a cambiar:
1. Busca la ayuda de un psicoterapeuta. Un profesional es quien mejor puede ayudarte a superar este estado depresivo mediante una psicoterapia adecuada.
2. Aprende a usar un pensamiento constructivo. La persona deprimida tiene un modo de pensar y de interpretar la realidad que no solo agrava su depresión sino que también la predispone a padecerla. Aprender a usar tu pensamiento de un modo constructivo es uno de los pasos más importantes que puedes dar. Para ello, echa un vistazo a estos artículos:
- El pensamiento constructivo
- Aumentar la autoconfianza con debate de pensamiento
- Debate de pensamiento: cómo usar tu pensamiento para superar el malestar emocional
- Intrusos de la mente: los pensamientos no deseados
3. Aprende. Lee libros sobre depresión, técnicas de habilidades sociales, autoestima y otros temas que creas que pueden servirte de ayuda.
4. Crea listas con planes de acción. Debido a tu estado de ánimo deprimido, puede costarte trabajo hacer cualquier cosa que te propongas, incluso aunque sepas que te hará sentir bien. Para solucionar esto, escribe todos los pasos que vas a seguir para lograr hacer algo, trata de pensar en los posibles obstáculos que puedan surgir en cada paso y busca soluciones para superarlos. Crea tus planes de acción de manera que te ayuden a superar dichos obstáculos.
Por ejemplo, Rocío se había propuesto hacer ejercicio, pero salir de casa para ir a un gimnasio era un obstáculo casi insuperable para ella. Así que optó por comprar una cinta de correr (primer obstáculo solucionado). Una vez que tubo la cinta en casa, le costaba bastante ponerse en marcha porque le daba mucha pereza quitarse la ropa para ponerse la de deporte (segundo obstáculo). Así que optó por llevar una camiseta de deporte debajo de su ropa o ponerse a hacer ejercicio con lo que llevase puesto. Tras unos minutos, una vez que el ejercicio la activaba y la hacía sentirse mejor, se ponía la ropa apropiada. De este modo, vas anotando cualquier pequeño obstáculo que te impida hacer algo y buscando soluciones. Esto puedes aplicarlo a cualquier cosa que te propongas hacer, no solo a la hora de hacer ejercicio.
5. Aprende mindfulness y técnicas basadas en la ACT. Son técnicas muy sencillas y de gran utilidad. Dado que tu estado de ánimo te puede impedir hacer muchas cosas, puede faltarte la motivación para aprender y usar técnicas nuevas. Al ser especialmente sencillas y fáciles de aplicar, estas técnicas pueden ser un gran punto de partida para empezar a hacer cambios.
6. Haz ejercicio. Un rato de ejercicio aeróbico y vigoroso (como correr, golpear un saco de boxeo, tenis, fútbol, etc.) puede mejorar tu estado de ánimo casi de inmediato. Haz la prueba.
7. Haz una alimentación sana. Tu cerebro necesita tener todos los nutrientes que necesita para funcionar bien y la alimentación puede influir mucho más de lo que piensas, tanto en tu estado de ánimo como en tu salud. Asegúrate de que comes bien, elimina los alimentos procesados, el alcohol y el azúcar y reduce el consumo de carbohidratos.
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