Autora: Ana Muñoz
Aunque no nos guste, la adversidad forma parte de la vida y a todos nos toca afrontar un golpe más o menos duro de vez en cuando o incluso con frecuencia. Pero el efecto de estos golpes no depende solo de su intensidad o gravedad sino de cómo reaccionamos ante ellos. ¿Te vienes abajo con facilidad o luchas con todos los medios disponibles para superarlo?
La resiliencia es la capacidad para afrontar la adversidad sin venirte abajo o “romperte”. La persona resiliente sigue adelante a pesar de los obstáculos y aunque parezca no haber salida en un momento dado y aprende de sus desgracias para hacerse aún más fuerte.
Incluso tras un intenso trauma puede producirse lo que se llama un “crecimiento postraumático”, que consiste en una serie de cambios positivos que suceden como consecuencia del suceso traumático, como un mayor aprecio por la vida, una conexión más intensa con otras personas o un mayor aprecio de las cosas que de verdad importan en la vida, entre otros. Estas personas descubren también nuevas fortalezas y aspectos de su personalidad y se dan cuenta de que son capaces de seguir adelante tras experiencias muy duras, lo cual puede fortalecer su autoestima.
Estas son algunas cosas que puedes hacer para ser más resiliente:
1. Usa bien tu pensamiento
Tu pensamiento determina cómo vas a interpretar lo sucedido y es una de las herramientas fundamentales para ser más resiliente. Por tanto:
- Usa tu pensamiento de un modo realista y positivo, sin hacer exageraciones catastrofistas (como “Jamás saldré de esta”,” He destrozado mi vida para siempre”, “Ya no puedo seguir adelante”…).
- No te subestimes. Tras un duro golpe, es normal una reacción inicial de miedo y de sensación de incapacidad para afrontar lo sucedido. Pero no debes dejar que esta reacción automática inicial se apodere de ti. Una vez que has logrado calmarte, piensa que eres capaz de afrontarlo, que puedes buscar soluciones y que puedes buscar ayuda. El ser humano no habría llegado hasta nuestros tiempos si no supiera “salir del paso” incluso ante grandes catástrofes. Eres mucho más fuerte y capaz de lo que crees.
- No hagas predicciones catastrofistas. Los problemas no duran para siempre, pues todo cambia en la vida. Por tanto, empezar a ver el futuro como algo negro y terrible es un error de pensamiento que no te aportará nada bueno. El futuro puede traerte cosas buenas o cosas malas pero tú puedes hacer todo lo que esté en tu mano por crearte el mejor futuro posible.
2. Identifica aquello que puedes controlar
Aunque hay cosas que no están bajo tu control, hay otras muchas que sí puedes controlar; céntrate en ellas: céntrate en lo que puedes hacer, no en lo que no puedes hacer; en lo que tienes, no en lo que no tienes; en lo que te queda, no en lo que has perdido. Es decir, identifica todas esas cosas que sí puedes controlar y saca el mayor provecho posible de ellas. Al fin y al cabo, la resiliencia es, en gran parte, la capacidad para dar un paso adelante a pesar de las circunstancias difíciles. Dar un único y pequeño paso es mucho más importante de lo que crees porque muchos de esos pequeños pasos crearán el camino para salir adelante.
3. Empieza a moverte ya
No te quedes sin hacer nada lamentando tu mala suerte o sintiéndote como una víctima indefensa. Haz todo lo que puedas para salir adelante incluso aunque tus intentos parezcan no servir para nada. Mientras estás actuando, estás pensando modos de solucionarlo. Algunas de esas posibles soluciones fracasarán pero el hecho de intentarlas demuestra que tienes tu mente puesta en el “modo de resolución de problemas” y eso hará que al final logres encontrar una salida. Por tanto, no dejes de hacer cosas ni dejes de pensar. La persona resiliente mantiene su mente en funcionamiento siempre.
4. Busca ayuda
La ayuda de los demás puede ser muy diversa: algunos pueden darte alguna idea o información que te sirva de ayuda, otros pueden ofrecerte apoyo emocional, otros una ayuda económica. Ciertos profesionales (abogados, psicólogos, etc.) o instituciones pueden también servirte de ayuda en determinadas circunstancias. Por tanto, busca la ayuda que necesitas.
5. No tengas miedo al fracaso
La vida puede ser muy complicada, de manera que no es nada extraño que todos acabemos teniendo muchos más fracasos que éxitos. No te culpes por tus errores, tus fracasos, tus problemas o tus malas decisiones. Todos ellos forman parte de la naturaleza humana y de la vida misma. Acepta tus derrotas, aprende lo que puedas de ellas y luego déjalas atrás.
6. Trátate bien
La autocompasión es una de las mejores cualidades que puede tener una persona. Si te tratas con cariño, respeto, tolerancia y compasión, te estarás poniendo las cosas mucho más fáciles, te sentirás mejor y gustarás más a los demás. Tratarse mal a uno mismo genera tristeza, amargura, inseguridad y baja autoestima. ¿Cómo vas a afrontar la adversidad si te estás sintiendo así? La autocompasión significa que te aceptas como eres, empatizas con tu propio sufrimiento y te sientes una persona valiosa suceda lo que suceda.
En definitiva, la persona resiliente conoce los recursos de los que dispone, ya sea a nivel interno (su pensamiento, sus habilidades y capacidades, sus conocimientos…) o externo (profesionales, familiares, amigos, ayudas gubernamentales, asociaciones, etc.) y sabe sacar provecho de ellos, usa un modo de pensar realista y constructivo, no adopta la actitud de una víctima sino la de un luchador, usa su mente para generar ideas constantemente y actúa.