Autora: Ana Muñoz
A veces, algunos problemas parecen no tener solución. Esto puede ser cierto en algunos casos pero en otros puede ser debido a que no estamos afrontando el problema de la manera adecuada y por ese motivo no logramos encontrar la solución.
¿Qué te impide solucionar un problema?
Algunas de las barreras que nos impiden solucionar los problemas de una manera efectiva son:
- Te has cerrado a nuevas ideas.
- Incapacidad para ser objetivo respecto al problema.
- Miedo a que te vean como incompetente.
- Miedo a equivocarse.
- Incapacidad para ser creativo e imaginativo a la hora de desarrollar soluciones alternativas.
- Ser inflexible o demasiado serio y no ser capaz de pasarlo bien mientras se soluciona el problema.
- Creer que tus emociones y sentimientos sobre un problema son erróneos y deben descartarse al tratar de resolver el problema.
- Estar resentido por tener que solucionar el problema; culpar a otros por causar el problema; no querer resolver el problema por ti mismo.
- Ponerse tan furioso por tener ese problema, que gastas toda tu energía en tu ira en vez de centrarte en la resolución del problema.
- Estar tan inmerso en el problema o tan atascado emocionalmente que no es posible guiarse por las emociones o sentimientos.
- Sentirse tan ansioso o tenso ante un problema que no eres capaz de responder.
- El cansancio mental o físico por intentar hacer frente a problemas y no encontrar ninguna solución fructífera.
- Deprimirse tanto que resulte imposible ponerse en marcha para afrontar el problema.
- Sentirse como una víctima, con tanta autocompasión que te abruma y obstruye el pensamiento creativo.
- Negar que le problema existe.
Para resolver un problema de manera efectiva es esencial lo siguiente:
1. Una descripción clara del problema.
Una descripción de los factores o negativos implicados en el problema.
Una descripción de los factores positivos implicados en el problema.
Tener claro a quién pertenece el problema. ¿De quién es el problema? ¿Mío, tuyo, de otra persona, de mi pareja, de mi jefe, de mi hijo...?
Una descripción clara del alcance del problema: ¿Desde cuándo existe este problema? ¿A cuántas personas afecta? ¿Qué más se ve afectado por este problema?
Una descripción clara de las consecuencias de que el problema no se solucione: ¿Cuál es el posible impacto en mi familia, trabajo, pareja, estudios, etc., si este problema no se soluciona? ¿Qué es lo peor que puede suceder si este problema no se soluciona?
2. Una tormenta de ideas. Consiste en hacer una lista de todas las soluciones posibles que se te ocurran, analizado las ventajas y desventajas de cada alternativa, la posibilidad de llevarla a cabo y sus posibles consecuencias.
3. Un sistema para valorar cada solución posible. Por ejemplo, una probabilidad de éxito del 100 %, del 75 %, del 50 %, etc. De este modo, seleccionas la mejor solución de la lista que has ideado o una mezcla de varias de ellas.
4. Una descripción clara de tu modo de actuar como solucionador de problemas: ¿Estoy dando largas al problema? ¿Lo estoy evitando? ¿Lo estoy negando? ¿Lo estoy ignorando o esperando que desaparezca por sí solo? ¿Estoy usando un pensamiento mágico o fantasioso?
5. La determinación de seguir adelante y hacer todo lo posible por solucionar el problema, incluso aunque las primeras soluciones que intentes sean un fracaso.
Estrategias para resolver el problema eficazmente
Mirar el problema desde cinco perspectivas diferentes:
1. ¿Cuál es el alcance del problema?
2. ¿Qué consecuencias pueden producirse si el problema se deja sin resolver?
3. ¿Cómo estás manejando el proceso de resolución del problema?
4. ¿Qué te dicen tus cinco sentidos del problema, es decir, qué ves, oyes, tocas, etc.?
5. ¿Cómo ves la realidad o el mundo desde la perspectiva del problema?
Cuando hagas la tormenta de ideas, sigue estas reglas:
1. Expresa todas las ideas que se te ocurran.
2. No consideres ninguna idea como demasiado absurda para ser tenida en cuenta.
3. La cantidad es importante; considera cada idea que aparezca en tu mente.
4. Si puedes, pide ayuda a otras personas para aportar ideas.
5. No critiques ninguna idea hasta que se termina la tormenta de ideas.
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