Autora: Ana Muñoz

Los sentimientos de dependencia y vinculación afectiva son sentimientos universales y apoyarse en alguna medida en otros es sano y adaptativo. Sin embargo, cuando una dependencia es excesiva resulta problemática. Un grado de dependencia extremo recibe el nombre de trastorno de la personalidad por dependencia (TPD). Estas personas se presentan habitualmente de una forma sumisa y dependiente, son incapaces de tomar sus propias decisiones incluso en temas cotidianos y poco importantes, o no están dispuestos a hacerlo a menos que cuenten con el apoyo y consejo de otras personas. Les cuesta mucho iniciar proyectos o hacer cosas por sí mismos. Cuando están solos sienten un gran malestar y hacen grandes concesiones para poder estar con otros.

Cuando termina una relación importante, como una relación de pareja, se sienten destrozados y desamparados. Por lo general, en sus relaciones tienen un gran temor a ser abandonados y hacen todo lo posible por complacer a la otra persona y mantenerla a su lado. Se esfuerzan mucho por gustar y tienden a someterse a otros. Tienen tanto miedo al rechazo que se muestran de acuerdo con otra persona incluso cuando creen que está equivocada. Se sienten heridos fácilmente por la crítica o la desaprobación. Se consideran a sí mismos, torpes, incapaces y desvalidos.

Características

La persona con este tipo de trastorno presenta al menos cinco de las siguientes características.

  • Tiene dificultades para tomar decisiones cotidianas sin un excesivo apoyo y consejo de los demás.
  • Necesita que otras personas asuman la responsabilidad en la mayoría de las áreas de sus vidas. Por ejemplo, que decidan dónde ha de vivir, qué trabajo realizar, etc.
  • Tiene problemas para expresar desacuerdo por miedo a perder el apoyo o aprobación de los demás.
  • Tiene problemas para iniciar proyectos o hacer cosas por si mismo, debido a una falta de confianza en sus capacidades y juicios (no a una falta de motivación o energía).
  • Puede llegar a hacer cosas que le resultan desagradables para agradar a los demás y obtener su apoyo y cariño.
  • Se siente desvalido e incómodo cuando se encuentra solo y hace todo lo posible para evitar esa situación.
  • Se siente destrozado o desvalido cuando una relación íntima se acaba. Enseguida busca otra relación como fuente de cuidado y apoyo.
  • Con frecuencia se preocupa por el temor de ser abandonado.

Otros problemas psicológicos asociados

La depresión es uno de los problemas más comunes que presentan. En un estudio realizado por Reich y Noyes (1985) encontraron que el 54% de las personas deprimidas que estudiaron merecían un diagnóstico de TPD. Esta mayor predisposición a la depresión se debe a que se sostienen demasiado en otras personas de quienes esperan apoyo y cuidados y se sienten desvalidos ante un abandono potencial. Con frecuencia, la otras personas no pueden responder a sus demandas en la medida esperada por la persona dependiente, que se siente abandonada o dejada de lado con facilidad, lo cual puede dar lugar a depresión.

La ansiedad es también común en estas personas. Dado que consideran que los demás son necesarios para su supervivencia y no podrían salir adelante estando solos, son proclives a la angustia de separación y les preocupa mucho la posibilidad de ser abandonados y tener que cuidarse por sí mismos. Cuando prevén nuevas responsabilidades que no se creen capaces de asumir pueden tener crisis de angustia.

Las fobias son también habituales. Son un modo de obtener ayuda y protección de los demás y permiten evadir responsabilidades. Mas o menos el 40% de las personas con alguna fobia presentan también un TPD.

También son frecuentes las quejas somáticas, que van desde síntomas de conversión hasta hipocondría y trastorno por somatización (véase trastornos somatomorfos). Las quejas somáticas les ayudan a conseguir el apoyo y atención que necesitan por parte de su familia y profesionales de la salud. Según un estudio realizado por Greenberg y Dattore (1981) con un grupo de hombres, aquellos que padecían un trastorno físico (cáncer, tumores benignos, hipertensión o úlcera gastroduodenal) presentaban puntuaciones en dependencia más altas que los hombres que se mantuvieron con buena salud durante un periodo de 10 años.

En general, las personas dependientes, tienen una mayor predisposición hacia la enfermedad y tienden más a considerar sus problemas en términos somáticos que en términos psicológicos.

El alcoholismo y uso de sustancias son también problemas comunes en estas personas, que suelen ver en ese consumo un modo fácil y pasivo de abordar sus problemas o al menos de huir de ellos. También corren un mayor riesgo de tener obesidad y tabaquismo. 

Supuestos básicos de pensamiento

Para interpretar la realidad y desenvolvernos en el mundo que nos rodea, las personas utilizamos patrones de pensamiento que guían nuestras interpretaciones y comportamientos.

Las personas con TPD tienen un patrón de pensamiento caracterizado por dos supuestos básicos que son los que dan lugar al trastorno de personalidad. Estos supuestos son los siguientes:

1. Se ven a sí mismos como intrínsecamente inadecuados y desvalidos y, por tanto, incapaces de enfrentarse al mundo por sí mismos. El mundo les parece un lugar solitario, frío e incluso peligroso, en el que no creen poder manejarse solos.

2. La solución al problema de ser inadecuado en un mundo horrible consiste en encontrar a alguien que los proteja y cuide. Deciden que vale la pena renunciar a su responsabilidad, necesidades y deseos a cambio de que alguien se haga cargo de ellos. Es decir, su miedo a quedarse solos, sin el apoyo de los demás, es tan intenso que los lleva a a renunciar a sus propios deseos, opiniones, valores, etc., y subordinarlos a los de los demás.

Por supuesto, esto tiene consecuencias negativas para estas personas. Al apoyarse en otros para manejar sus problemas y tomar decisiones tienen pocas oportunidades para aprender las habilidades necesarias para ser autónomos. De hecho, algunas de estas personas nunca aprenden las habilidades necesarias para una vida independiente (como asertividad, toma de decisiones, resolución de problemas e interacción social), mientras que otros no reconocen que tienen estas aptitudes, de modo que no las usan, lo cual perpetúa la dependencia. Además, la idea de volverse más competente puede aterrarles porque temen que si dejan de estar necesitados los abandonarán y no podrán enfrentarse solos al mundo.

Las personas dependientes se muestran tan desvalidas y necesitadas que no es fácil que encuentren una pareja dispuesta a satisfacer esas necesidades por mucho tiempo, o que sea capaz de hacerlo. Si la relación concluye, el dependiente se siente destruido y no ve más alternativa que encontrar a otra persona de la cual depender.

Creencias erróneas básicas y distorsiones de pensamiento

Las principales creencias erróneas básicas de estas personas son las siguientes:

  • No puedo sobrevivir sin una persona que me cuide y apoye.
  • No soy capaz de valerme por mí mismo o manejar mi vida solo.
  • Si mi pareja me deja me desmoronaré.
  • Si fuera más independiente estaría solo y aislado.
  • Ser independiente significa estar solo.

La principal distorsión de pensamiento es el pensamiento dicotómico (en términos de blanco o negro) con respecto a la independencia. Es decir, creen que uno es completamente desvalido y dependiente, o es completamente independiente y está solo, sin ninguna gradación intermedia. También presentan un pensamiento dicotómico en cuanto a sus aptitudes: o hacen las cosas bien o están totalmente mal y, por tanto, prueban su total incompetencia. Como no se consideran capaces de funcionar de un modo adecuado, concluyen que son un fracaso total. 

Otra distorsión cognitiva que presentan es el "catastrofismo", sobre todo cuando se trata de la pérdida de una relación. Se preocupan mucho más de lo normal de lo aterrador que sería vivir sin esa relación, pues consideran que les sería imposible sobrevivir sin esa persona, que se hundirían total y permanentemente.

Las creencias básicas y las distorsiones de pensamiento dan lugar a pensamientos automáticos como: "No puedo", "Nunca seré capaz de hacer eso", "Soy demasiado idiota o débil". Cuando se les pide que hagan algo, suelen decir o pensar cosas como: "Yo no podría hacerlo", "Mi pareja lo haría mucho mejor", "No creo que de verdad esperen que yo haga eso".

Este modo de pensar está en la base y mantiene el trastorno de dependencia en el tiempo, de modo que el tratamiento ha de centrarse en echar abajo estas creencias, sustituyéndolas por otras más adecuadas, y enseñarles las habilidades necesarias para ser más autónomos e independientes de los demás.