Autora: Graciela Soto Hernández, psicóloga
¿Quién ha sido o es víctima de agresión? ¿Quién vive una relación violenta? Puede ser muy difícil, porque, ¿a quién le gusta reconocer que vive una relación tormentosa? Para evitar ese choque emocional nuestra psique crea, como primer recurso defensivo, la negación. Por eso podemos reconocer fácilmente la agresión que está viviendo otra persona, pero no podemos aceptar que vivimos una relación de pareja agresiva.
¿Por qué se produce la negación?
- Si la persona reconociera que está siendo agredida, tendría que hacerse responsable y verse obligada a tomar decisiones, que por el momento no quiere o no puede tomar.
- Puede negar la agresión porque es el modelo que tiene (“el que te quiere, te pega”), o también porque su entorno dictamina que para ser valiosa, debe tener un hombre que la proteja y de la cara por ella. Además, ha aprendido que es valiosa si es elegida y si mantiene a “su hombre”; de otro modo es una fracasada.
- Tal vez la agresión es el único tipo de interacción que conoce y no la identifica como violencia. Cuando la persona ha vivido cotidianamente en un ambiente hostil y ha recibido agresión de parte de quienes, se supone, debieran amarla y protegerla, tristemente, puede considerarlo “normal”, “acostumbrarse” y llegar a creer que es lo que “merece”.
- Es especialmente difícil reconocer la agresión cuando no se trata de violencia física, o de palabras evidentemente ofensivas.
- La víctima quiere creer que su pareja la ama y para ello tiene que negar la agresión y el dolor que ésta le causa.
- Cuando el victimario niega la agresión, cuando se justifica echándole la culpa a la víctima o la disfraza de preocupación y buena intención, la víctima acaba confundida. Sobre todo cuando a la agresión le sigue una muestra de “arrepentimiento” del agresor y una promesa de cambio.
Por desgracia, la negación le permite quedarse en una relación que la irá destruyendo poco a poco y de la que difícilmente podrá salir.
La comunicación agresiva
El abuso verbal y no verbal son un tipo de golpes que no dejan huella física, en un primer momento, pero más dolorosos y más difícil su recuperación. La víctima no tiene nada palpable que haga evidente el ataque (moretón) esto facilita el juego de la negación-confusión. Es un instrumento de control para obtener poder sobre la otra persona. Y puede ser abierta o encubierta.
Efectos de la comunicación agresiva
Sus efectos son cualitativos; solo la angustia de la víctima, puede definir el grado de agresión. Ésta suele ser privada y es común que solo la víctima la escuche, sobre todo al principio, porque el agresor así lo procura.
- Se vuelve más intenso y constante.
- El ataque es impredecible. Esto es muy significativo, pues la pareja queda azorada, pierde el equilibrio ante el comentario hiriente, el desprecio, sarcasmo o insulto de su pareja. No importa lo inteligente o razonable que la víctima sea, nunca se espera el ataque y no sabe cómo prevenir o comprender lo que pasa.
- La víctima se acostumbra y se adapta.
- La comunicación agresiva minimiza y disminuye la percepción que la víctima tiene del ataque, se siente culpable y merecedora del castigo, el agresor la culpa de todo, por lo que se convierte en el chivo expiatorio, así el atacante se convierte en víctima.
- Su autoestima desaparece y hay un evidente abandono de sí misma. Se siente frágil, confundida, angustiada, con miedo, insegura, culpable, incapaz.
- Consciente o inconscientemente, la víctima trata de cambiar su conducta para no alterar al agresor y no resultar lastimada. Así va dejando de ser ella misma.
- Suele ir en aumento: poco a poco el agresor va aumentando las formas de ataque, hasta convertirse en agresión física, que también inicia con empujones y puede terminar en palizas.
Tipos de comunicación agresiva
Este tipo de agresión adopta diferentes formas y disfraces. Algunas son menos obvias y resulta más difícil reconocerlas.
La agresión verbal se refiere a las palabras que atacan, hieren y hacen que una persona crea algo falso y devaluador de sí misma.
La agresión no verbal son todos aquellos comportamientos que niegan o contradicen las palabras amables del agresor. Hacen sentir a la persona confundida, tonta, abandonada, con miedo e inestable.
- El atacante oculta sus verdaderos sentimientos: puede sonar honesto y sincero al prometer que no volverá a ser agresivo o puede expresar que no está enojado y tener gesto de furia, puños cerrados, etc. Puede invitar a su pareja a salir y mostrarse hostil, indiferente, ausente, irritable o molesto.
- Es especialmente dolorosa cuando el atacante la niega; al dolor se añade la confusión, pues el agresor invalida la percepción de la víctima. Esto le provoca inseguridad y desconfianza de sus propios sentimientos y, ya sin brújula, se paraliza.
- El menosprecio puede expresarse con aparente preocupación, consideración y sinceridad. Al creerle, la víctima va dudando de sus capacidades y olvidando sus planes.
- Es insidiosa, el agresor no tiene consideración, ni respeto por su víctima, la devalúa constantemente. Desde luego, no la ama.
- Retraimiento: no comunica los planes, aún los que competen a los dos, no comparte nada, abandona a su pareja, la excluye de su vida, se fuga en la televisión o computadora.
- Lleva la contraria cada vez que su pareja se atreve a tener opinión propia, imposibilitando todo acuerdo, toda posibilidad de cambio, invalida la percepción de la víctima y logra dominarla.
- Menosprecia las habilidades, capacidades, opiniones, sentimientos, necesidades y experiencia de su pareja mostrando enojo e indignación, la víctima no comprende donde estuvo su error. La invalida para no perder el control y dominio sobre ella.
- Ataque disfrazado de broma: éste tipo de agresión no se realiza en broma, no parece gracioso porque no lo es, hiere las áreas más sensibles de las personas, generalmente en público, el agresor trata de hacer daño a la víctima. Si lo logra, mostrará un rostro de triunfo. Si su pareja hace algún comentario al respecto, la acusará de no tener sentido del humor.
- Bloquear o distraer: el atacante decide lo que se puede o no discutir, puede exigir que no se toque un tema, guardar silencio y retirarse cada vez que su pareja intenta hablar o cambia de conversación.
- Acusar y culpar: el agresor acusa a su pareja de hacer mal las cosas, haciéndola responsable de su furia e irritación. Lo que desde luego es mentira.
- Juzgar y criticar: consiste en expresar su juicio crítico de manera muy hostil, parece que señala a la pareja algo útil, pero lo que hace realmente es expresar rechazo.
- Minimizar: hacer parecer insignificante todo lo que dice o hace la pareja, expresa la agresión con un tono de voz tan sincero que resulta difícil detectar la hostilidad. Puede ser tan sutil que la pareja se siente frustrada y deprimida sin saber por qué.
- Olvidar: no recordar acciones que impactaron a su pareja, ni logros de la misma, olvidar promesas y eventos importantes.
- Ordenar: niega la igualdad y la autonomía de la pareja dando ordenes violentas y pensando que su pareja está ahí para cumplirlas.
- Amenazar: con quitarse la vida, con dañar un bien valioso para la pareja, golpearla y hasta matarla.
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